“Pues, señor, esto era una vez un padre, una madre y una hija. La madre tenía un anillo y, al morirse, le dijo al marido:
- Toma este anillo, y te casas con la que le esté bien.
La niña se fue haciendo mayor. Y un día se encontró el anillo en un cajón de la cómoda y le dijo al padre:
- Padre, me he encontrado este anillo, y mira qué bien me está. Seguramente sería de mi
madre. Yo me quedó con él… "
(Cuento Popular español).
Estamos todos conmocionados (yo lo estoy) por el caso Fritzl, como hace pocos días lo estuvimos por el de Mari Luz, como antes lo estuvimos por el de Natascha Kampusch y tantos otros que ya ni podemos recordar.
Historias dolorosas, truculentas, que enjuician no sólo a los verdugos de esas niñas, sino a toda la sociedad que crea a esas personas abominables, que puede convivir con ellas sin detectarlas, que tiene el horror y la barbarie a menos, mucho menos, de dos metros bajo tierra, en el mismísimo corazón de la civilización que tanto decimos defender.
Vuelven a nuestra imaginación los ogros, los brujos malos de los cuentos, los sacamantecas, los chupasangre, los hombres del zurrón, los seres ominosos y malignos que atacan y secuestran la inocencia, lo indefenso, lo más frágil. El peligro sigue aquí, nunca se ha ido.
Los cuentos y leyendas populares, además de entretener, tenían la función de transmitir conocimientos, habilidades y consejos a las nuevas generaciones. Había cuentos mágicos, cuentos maravillosos, cuentos divertidos, cuentos de costumbres, cuentos con moraleja… Pero también había cuentos de advertencias, de cuidados y de avisos.
Una de las “series” de cuentos más conocidas es la que podría denominarse, genéricamente, los “cuentos de la niña perseguida”, que intentaban avisar sobre tres de los peligros que acechan a las jóvenes de aquella época: el rapto, la violación y el incesto.
En ellos, hay una niña o una joven que es perseguida (y, muchas veces, alcanzada) por diversos enemigos. Cuanto más bella y deseable sea la niña, más peligro.
Citaré tres cuentos, aunque hay muchísimos, quizá, aún más populares, que se basan en los mismos arquetipos y símbolos que éstos: Caperucita Roja, la Bella y la Bestia y Piel de Asno.
En “Caperucita Roja”, el asaltante es un lobo. El cuento es ambivalente, con múltiples lecturas. En principio, se trata de un animal feroz que puede atacar cuando cruzas un bosque, y se puede comer a Caperucita. Pero la simbología sexual del mito siempre está subyacente. Muchos chistes de los llamados “verdes” aluden a ese cuento. El diálogo de la niña, cuando encuentra al lobo en la cama y se va a asombrando de lo grande que tiene todo, y las respuestas del lobo, contestando que son para verla mejor, son para acariciarla mejor, son para… comerla mejor, tiene mucha miga. La publicidad de un conocido perfume asume directamente el contenido erótico del mismo, aunque invirtiendo los papeles, y nos muestra a caperucita saliendo a la noche en busca de aventuras, mientras deja en casa a un lobo bastante domesticado. Ese proceso de “afeitado” del mito, despojándole de las partes más punzantes (como se dice que se hace con los toros, para restarles peligro), es algo que se ha venido haciendo con el cuento tradicional, parece ser, desde las recopilaciones de Perrault y los Hermanos Grimm. Con Disney, se les ha hecho un lifting completo, de manera que es difícil observar la más mínima arruga.
En La Bella y la Bestia un ser monstruoso consigue mediante amenazas que una joven consienta encerrarse en su castillo, para proteger de la muerte a su propio padre. El trato es que ella muera para salvar al padre. Pero, por supuesto, el monstruo le perdona la vida, aunque la mantiene prisionera, y la va enamorando poco a poco, a pesar de su aspecto desagradable, por su “bondad” (¿?) y atenciones. Claro está, al final son felices y comen perdices. El cuento tiene su aquel, y es curioso que la autora sea una mujer, Madame Leprince de Beaumont, que lo publicó hacia la mitad del siglo XVIII. Una -me refiero a mí- no puede por menos de imaginar un trasunto del matrimonio convenido, donde la mujer se casa con un hombre que le parece repulsivo (la bestia), bien por su fealdad, por su edad o por lo que sea, pero que al final se va acomodando al mismo, hasta aceptarle como esposo. A mí siempre me ha parecido un cuento donde se alecciona a las mujeres para que se conformen con las parejas que les buscan sus padres, normalmente por transacciones de tipo económico. Debo decir que es un cuento que me repatea y siempre me ha repateado. La versión de Disney, de las que más me repatea. Hay una película de 1947, de Jean Cocteau, que es de lo más curiosa. Es en blanco y negro, pero es absolutamente desbordante, en cuanto a efectos tipo principescos y de fantasia. Cocteau, un homosexual confeso y practicante, dio el papel de Bestia a su novio, Jean Marais, un joven muy apuesto. En realidad, el Bello, realmente, era él. Para hacer de Bestia, se ponía una máscara muy sofisticada. Si por algo podía ser bestia aquel ser noble y cultivado era, no os quepa duda, por haber tenido el mal gusto de encapricharse de una mujer. Si queréis leer el cuento, os lo dejo aquí: La Bella y la Bestia
“Piel de Asno” aborda directamente el tema del incesto. Empezamos como siempre, de una manera muy parecida al cuento popular español que os ponía en la entradilla, y que se llama “Los Tres Trajes”. En el de Piel de Asno, el padre está muy enamorado de la madre, y tienen una pequeña hijita. La madre muere, pero antes de morir pide una promesa a su esposo: que no se case con nadie que sea menos bella o inteligente que ella. El tiempo pasa. El rey viudo no encuentra a nadie que le llegue ni a la suela del zapato a la extinta, y la niña va creciendo, convirtiéndose en una bella mujer. El padre comienza a verle tal parecido con la madre, que la ve con otros ojitos, le hace proposiciones deshonestas y se empeña en casarse con ella. La chica, horrorizada, decide huir y ocultarse bajo la piel maloliente de un asno muerto, para que la belleza de su cuerpo no vuelva a atraer a ningún otro hombre. Hay una película, con Catherine Deneuve de protagonista, que recuerdo vagamente haber visto alguna vez, supongo que en la tele o en uno de esos ciclos que dan de cuando en cuando en la Filmoteca Regional. Apenas la recuerdo, aunque creo que el bello Jean Marais, que hizo la Bella y la Bestia, hacia en esta película, más envejecido por el tiempo transcurrido entre una y otra, de padre de Piel de Asno. También os dejo aquí el enlace del cuento:Piel de Asno
¿Tendremos que dejar de lado los cuentos descafeinados que contamos a nuestros hijos, y debemos volver al descarnado cuento tradicional, sin animalitos que muevan los ojitos y hablen con voz de pito, para que nos prevengan contra los padres pervertidos, las madres y madrastras envidiosas y usurpadoras (Blancanieves, Cenicientas), el tráfico de órganos (cuantas veces se exige en los cuentos eso de “tráeme su corazón en esta copa”), el abandono familiar y posterior secuestro(Hansel y Gretel), etc..
Como decían los Celtas Cortos:
Cuéntame un cuento / y verás que contento / me voy a la cama / y tengo lindos sueños
Pues resulta que era un rey / que tenia tres hijas/ las metió en tres botijas / y las tapo con pez / y las pobres princesitas / lloraban desconsoladas..”
7 comentarios:
Estoy contigo, tadavía no he salido del estado de shock con la noticia. No me puedo imaginar vivir bajo tierra 25 años, teniendo hijos de tu padre...
Al leer que en los 70 mucha gente construyó búnquers en Austria a raíz de la guerra fría, me cuesta mucho trabajo descartar que no haya más personas por ahí encerradas.
Me consta que alguien hará una película sobre ello, yo no me puedo ni imaginar hacerle daño a mi hijo de ese modo y encima irme de vacaciones. Ese monstruo aberrante asistiendo los partos de sus hijos/nietos, buff, no puedo con ello.
Tengo a un amigo cuya madre abusó de él, y lo peor es que su padre todavía sigue casado con ella a pesar de que él está destrozado y lleva décadas de un terapeuta a otro, las Navidades pasadas compartió mesa con ella, y encima se quejaba de que la familia(sus otros hijos) no la querían. Es todo tremendo, de verdad.
Debo confesarte que La Bella y la Bestia me encantaba y me has dejado... Pero sí, tienes razón con que los cuentas eran formas de prevenir males mayores y que se nos olvida con la manía de lo 'políticamente correcto'. En fin, lo que está claro es que hay cada degenerado que merece lo peor...
Kupe, ¡que fuerte lo que cuentas! Del abuso de las madres no se habla, no sé si porque no es frecuente o porque es tan tabú-tabú que ni se comenta. Con hijos mayores, sería el Edipo tal cual. Lo de lOs padrEs está todo el día en los periódicos (y los padrastros, ya ni te cuento). Y abuelos, tios, hermanos... Es un tema fuerte, desagradable, que puede caer en lo morboso, en el amarillismo. Pero en mi opinión hay que afrontarlo. Para prevenirlo, hay que ser consciente de lo profundo y de lo extenso que puede llegar a ser.
¡Ojalá te equivoques en eso de los búnquers!
Arwen, a mí también me gustan el dibujo y la estética de las pelis de Disney. Pero la carga ideológica que tienen esas pelis tiene tela, pero tela para cortar un rato... Y lo de que Bestia enamore a Bella podría tener la moraleja de que al final la apariencia no importa, y es la bondad, la cultura, etc... Pero tendríamos que obviar el "pequeño detalle" de la relación no-consentida del principio, y que Bella es un rehen, que Bestia toma a cambio de la vida del padre.
Pero, si te gustaba, lamento haberla dejado p'a el arrastre... ;)
Besos a las dos.
Qué fantastico el mundo de los cuentos. Es increíble cómo llegan a enseñarnos sin que nosotros lo sepamos (es la mejor manera de enseñar). A mí me encantan, desde siempre. :)
Eso sí, ¿Celtas Cortos? Argggg, me pongo mala sólo de pensar en ellos xD.
:)
Tan de acuerdo en todo, en los monstruos que nos rodean y en las secuelas de lo que guarda cada uno en su trastero, que paso silenciosa, sin comentario.
A cambio, te cuento un cuento.
A mi hijo le deben de estar dando un master en teología, y se acuesta pidiendo historias de la Biblia para dormir...
No sé si acertada o erróneamente, pero me he inclinado por versionear... y le cuento la multiplicación del kebap y la cocacola, que andar sobre las aguas es más o menos surfear, y cosas asi...
La crucifixión, que no la veo yo para niños de 4 años con la luz apagada, ha sufrido una reconversión salvaje y Cristo murió por ir en moto sin casco, que hoy en día es bastante más frecuente e igual de desdichado.
A este paso, o explusan al niño del Colegio, o nos envían mitra desde el Vaticano.
B x C
:) Sí, Random Harvest. Es muy agradable aprender con cuentos... A mí me encantan. Aunque los cuentos no sólo enseñan: también aleccionan... Claro que eso pasa con casi todo: no hay información sin aleccionamiento... Será por eso que a mí no sólo me gusta "aprender", sino también "desaprender" parte de lo que me han enseñado...
Chica Maghenta, ¡demasiado para un niño de cuatro años! De pequeña me aterrorizaba que se me apareciera la Virgen. "Virgencita, Virgencita, no te me aparezcas", rezaba desesperada. Así que procuraba hacer alguna maldad diaria (contestar mal a alguien, hacer alguna trastada, negarme a comer la sopa de ajo...), porque sabía que a las niñas malas no las elegían nunca para los milagros... Podríamos decir que soy una "mala" vocacional. Sobre la tergiversación motera, ummm... tiene sus riesgos. Yo optaría mejor por el relativismo hagiográfico. Una mitra, un sambenito... miedo me da.
:)
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