domingo, 28 de febrero de 2010

Melancolía: un video.

Hice este video el año pasado. Olvidé colgarlo por aquí. O quizá no me me apeteció hacerlo, no estoy muy segura.

Fotografiar fue -es- el pretexto para paseos muy agradables, sola o acompañada. Largos paseos sin objetivo fijo, en los que se mezclan el placer de mirar y caminar. Pero también pequeñas escapadas durante la jornada laboral, quince o veinte minutos cámara en ristre, robados al clásico café de media mañana. Beves pero intensos momentos de relajo en medio de situaciones no siempre tan cómodas como quisiera.

Al final, tenía muchas fotos, casi ninguna buena. Pero a la vez, tenía una sentimiento muy fuerte, al que necesitaba dar salida, sobre las sensaciones que me habían invadido mientras observaba la ciudad a través de la cámara.

Y de ahí surgió este montaje que ahora os dejo, ocho o nueve meses después de haberlo hecho. Si lo véis, vedlo hasta al final. La música es la que le da el tempo lento que tiene. También me gustaría que la oyerais.

El teatro que sale en una de las últimas fotos, ya no existe.







sábado, 20 de febrero de 2010

Londres



Lluvias intensas y nevadas débiles. Humedad 86-99%. Vientos flojos sur-suroeste, 5 - 8 km/h. Temperatura: Máxima de 2ºC, mínima de -2ºC. Punto de rocío aprox. -1º C.

Al fondo, el London Bridge. En el ángulo superior izquierdo, parte del paraguas que sostenía con la mano izquierda mientras, con la derecha, inmortalizaba el momento.

Me quedo con la National Gallery, el disfraz de Sherlock Holmes y las risas en el undreground, cuando nos encontramos con el chileno. Tampoco esta vez subí al London Eye y ahora me arrepiento. Prohibitivo el Eric Clapton.

lunes, 8 de febrero de 2010

Un recuerdo

Mi madre murió cuando yo aún no había cumplido ocho años y hoy es su aniversario. Cuando sucedió, yo estaba a setecientos kilómetros de mi casa. Me lo contaron como se cuentan a los niños estas cosas, mezclando fantasía y realidad, de manera que el niño (la niña) queda aún más confuso. A mí me dijeron que mi madre se había convertido en una estrella y que desde el cielo me miraría siempre. He tardado en entender por qué me gusta tanto el cielo estrellado y me fascina Orión, que justamente luce en esta época del año. No estoy segura, quizá sea sólo por la belleza de las líneas de esa constelación. Yo no creo en el más allá ni tengo el consuelo de los rezos. Pero siempre recuerdo a mi madre en estas fechas y pienso que quizá ella pueda sentirme desde algún sitio, y dedico unos instantes especiales para su memoria. Me gusta reservarle ese momento, porque aún añoro la tibieza de su regazo, su mirada esperando mi llegada desde un balcón, cuando yo estaba perdida. Hoy he mirado al cielo nocturno y, a pesar de los nubarrones, he visto tres estrellas. Yo no sé si una de ellas, o las tres, una para cada uno de sus hijos, me han mirado. Pero he sentido algo cálido muy dentro, como tantas otras veces que miro el cielo. Y le he dado las gracias. Cuando ella se fue a mí me siguieron queriendo: mi padre, mis tíos, mis hermanos y luego más gente, no me quejo. Pero siempre, siempre, la he echado de menos.

martes, 2 de febrero de 2010

TANGO PARA UN URUGUAYO QUE SE FUE

Ya no te preguntaba por la salud, desde que te noté esquivo y me dijiste algo así como "sigo, que ya es mucho". Desconocedores de todo lo que no sea vivir, el misterio de la proximidad de la muerte se nos escapa a propios y a ajenos y somos incapaces de comprenderlo.

Seguías enviando correos sobre las mismas cosas que antes: Irán, Irak, Israel, Gaza, USA, aztecas y españoles, religión, fotografía... Una vez me mandaste un artículo para mi otro blog, "Mujer, la otra parte de la Humanidad",sobre la utilización de la violación como arma de guerra en el Congo,que aún sigue allí colgado. Las crónicas sobre México fueron estupendas, y todo lo que escribiste sobre el imperio azteca, Pizarro, la Malinche, era buenísimo. Te sorprendistes cuando te dije que una hija de Moztezuma se estableció en Cáceres y que aún está por allí el palacio que lleva su nombre.

Nunca habíamos hablado de música, no sé por qué, hasta que mandaste la noticia de que habían declarado el tango patrimonio de la humanidad. Entonces te conté que formaba parte de un grupo musical y que estábamos ensayando dos tangos, uno de Piazzola y otro de Polo Vallejo. Contestaste enseguida:

"Y me tenés que mandar una grabación tuya, que con la manera habitual de juzgarte por lo bajo, con humildad excesiva, debés cantar fenómeno!!
chau, un abrazo
".

Pero no te la mandé, quizá porque yo sabía que esta vez -sólo por esta vez- tú no tenías la razón. También yo me equivoqué al no mandarla: lo importante no era cantarlo bien o mal, sino mandartelo, ya que me lo habías pedido.

Es tarde para rectificar, ya no hay nadie a quien mandarle grabación alguna. Pero intentaré conocer a toda la gente de la que hablabas en ese correo.


Publico también el resto del mensaje. Esta entrada, por si no te habías dado cuenta, la haremos a medias:

"Pues yo nunca negué que el tango es rotundamente misógino (excepciones ilustres aquellos interpretados por Rosita Quiroga, Susana Rinaldi y Tita Merello, que elegían su repertorio y le daban un giro totalmente distinto, Paquita Bernardo, una de las propulsoras, y unas pocas más)

El tango fue todo esto y fuertemente nostálgico, horriblemente edípico -la figura de la "viejita" es siempre impoluta, perfecta y tiene aún algunas otras características "políticamente incorrectas" Pero Piazzolla, Rosita Quiroga, Troilo, Gardel, Rivero -unos pocos ejemplos- y poetas como Discépolo y Manzi y Cátulo Castillo y Mattos Rodríguez y una pléyade más -prefiero no pecar por omisión- le dan una categoría y un vuelo poético extraordinario, así como abrevan en un crisol de nacionalidades y de nostalgias que se entrecruzan y se potencian y claro, la enorme fuerza expresiva de ese instrumento de origen alemán que es el bandoneón. En el tango se expresa la fusión de todos los inmigrantes pobres de todas partes de Europa, absolutamente impensable en Europa misma."

Jorge Camboni (Tragamuvis)



Te echaré mucho de menos. Es difícil cruzarse por el camino con alguien tan completo como tú y no es fácil aceptar la despedida.

Chau. Nos encontraremos en muchos otros momentos. Tu nombre sigue aquí, prendido en tantas cosas que hemos abordado juntos y con otros que pululan por ahi.

¡Hasta siempre, Tragamuvis, Geo, Jorge Camboni!