sábado, 16 de febrero de 2008

Hoy cielo y tierra porfían...


Ya sabéis que me gusta mucho la música (y, si no lo sabéis, os lo digo ahora). Así que he decidido ambientar musicalmente algunos de mis antiguas entradas.

Lo hubiera hecho cuando comenté la "Geographical Fugue", pero, como entonces no sabía poner música en el blog, lo dejé pasar. Sin embargo, hace poco sucedió algo que me llevó, instantáneamente, a pensar en un acompañamiento para la entrada de "¡Vuélvase, si es posible!". Os cuento cómo y por qué he elegido este fragmento musical.

La otra noche, mientras conducía por una vía secundaria (esta vez, sola), escuchaba una obra que me habían pasado en mp3... No era por la carretera de la que hablé en aquella ocasión, pero también veía por la ventanilla lateral la lejana silueta de los árboles de la ribera, con sus ramas secas difuminadas por la noche y la distancia. Debo reconocer que es un escenario que me gusta: Ir, durante un trecho, paralela al río. Ver la doble y potente línea de las orillas, formada por los chopos, los alisos , los fresnos..., y, más allá, aún, las luces de la carretera, de las casas, de los parques, como un fondo espectacular que atravieso mientras que vuelvo a casa. Poco a poco me voy incorporando a la ciudad, al tráfico urbano, a las pequeñas retenciones de los semáforos, a los autobuses semivacíos que circulan como perros sin collar por las avenidas, y la imagen se va diluyendo paulatinamente... Aunque aún me queda un postre, un recorrido breve, pero bello, antes de recogerme definitivamente, del que quizá os hable otro día.

Retomando... No había niebla, sino que, arriba, en el cielo, estaba la silueta inconfundible de la Constelación de Orion, con el vistoso cinturón (Alnitak, Alnilam y Mintaka) del que pende su puñal, y el tenso arco con el que apunta a Tauro. El pie que se adelanta es Rigel y, el otro, Saip. En los fuertes hombros lucen la brillante Beltegeuse y la pálida Bellatrix. Es una figura familiar la del gran cazador del cielo, Orion, que domina las noches de invierno. No tenéis más que mirar hacia el sur, en una noche despejada, y allí está él, como dueño y señor del firmamento, persiguiendo al Tauro, que le hace frente, empitonándole con sus cuernos. Algo a la derecha, más arriba, Aldebarán, el ojo enfurecido del animal, lanza chispas que son como carbones ardientes, mientras observa al cazador que, ayudado por sus perros (las brillantes Sirio y Procyon), le amenaza. (Es fácil ver la escena en el cielo invernal, porque te sale al encuentro, como un cuento de siglos, siempre el mismo, en cuanto andas unos pasos por la noche. Es tan fuerte y tan potente que resiste la terrible contaminación lumínica de la ciudad y asoma por encima de los tejados de los edificios. Ahí está, gratis para vosotros, la escenificación de un mito que se pierde en la oscuridad de los tiempos... ).

Pero dejemos el cielo y volvamos a la tierra. Allí iba yo, recorriendo los escasos diez kilómetros que me separaban de mi casa, disfrutando de la fluidez del tráfico, sonriendo al recordar la tarde tan agradable que había pasado. Y puse la música, que para eso tengo un coche bastante nuevecito, que avanza sin esfuerzo, que toma las curvas como la seda y en el que puedo controlar todos los aparatuquis desde el volante... Una breve pulsación, y se pone la radio; otra, y suena el CD; otra, el mp3...


Apenas unos compases y me entró un terror de baja intensidad, pero no por ello menos inquietante. (Vuelvo a sentir de tiempo en tiempo esos "mieditis", como cuando era pequeña, esa desazón, ese pequeño escalofrío, ese golpe en el estómago, ante la leve amenaza de lo imaginario... Y me gusta... Creo que voy a empezar a revisar mi colección de películas de misterio y a releer algo de lo que tengo de ese tipo... Uhhhh.... Los cuentos de Bécquer... la bella mano blanca que descorre apenas el visillo para atisbar la figura del caballero que espera anhelante esa fugaz visión... Algo de Poe... O de Wilkie Collins...)

Y sonaba así, con efecto envolvente, en el espacio cerrado del automóvil.



Toda la música me estaba poniendo los pelos de punta. Puede que ya estuviera yo sensibilizada, al recordar esas historias tremebundas. Pero cuando escuché aquellos compases, la sorda vibración de las cuerdas, el sonido tenebroso del piano y la voz fantasmagórica de la mezzosoprano que iba bajando y bajando... shhhh, que sentí como un no sé qué, como un frío por la espalda, y hasta se me erizaron un poco los pelillos del cogote. Confieso que miré disimuladamente por el retrovisor para comprobar que no había nadie en los asientos traseros... Y creo que el más leve ruido me hubiera dado un susto de muerte...

La música es una obra de Arnold Schönberg que se llama Pierrot Lunaire. Es una música dodecafónica y post-romántica. Hay que acostumbrarse a ella, no es fácil, a primera vista (o a "primer oído", si preferís). Y, aunque te acostumbres, no tiene por qué gustarle a todo el mundo, claro. Por eso no la pongo entera. Sólo el pequeño fragmento anterior.

¿No pensáis que se ajusta muy bien a la entrada de ¡Vuélvase, si es posible!?

En cuanto a esa noche (la noche del mp3, no la noche del "¡Vuélvase!"), he de confensar que pulsé inmediatamente los mandos del volante, para cambiar de fuente de sonido, y puse la radio. No sé si sería Radio Clásica, o qué, pero creo que sonaba uno de los Conciertos de Brandenburgo que, con su suavidad melódica y su optimismo vital, me dio cierta tranquilidad e hizo desaparecer la tensión y el suspense que, por un momento, había sentido.

(Luego le di otra oportunidad a la obra de Schömberg. Y, hombre, cómodamente instalada en tu casita, y como ejercicio intelectual, pues ya es una cosa completamente distinta :P)

Así que, ya sabéis, edito las dos entradas que he comentado para meter las músicas correspondientes.



domingo, 10 de febrero de 2008

La ronda del párrafo 4 de la página 18.

Me suscitaron mucha curiosidad las líneas 4 de la página 18 de los libros que teníais cerca. Me refiero a las que se dieron en este este meme. Pensaba en el sentido tan diferente que adquiría la mía, “niño, tú me has curado. ¡Diantres, ésa es la razón”, aislada del contexto del párrafo completo. Y me preguntaba cuál sería vuestro párrafo, de qué libro, de qué autor… En resumen, ¡qué diantres estabais leyendo!

Así que os voy a proponer una ronda, donde cada cual vaya recitando el suyo. Pero, antes, para ambientarla, ruego a los lectores que forméis un pequeño corro, que sonriáis y que pinchéis este vals, que me parece que puede ambientar muy bien la ronda.



Sentid la música. Meceos en el compás: 1, 2, 3 1, 2, 3... Id acostumbrándoos al ritmo: 1, 2, 31, 2, 3... Y cuando empiece el oboe a tocar su melodía, mi do si la, entonces es el momento de que os dirijáis a vuestras parejas y, al compás de la música, recitéis vuestro párrafo.

Dad unas vueltas, si queréis. Evolucionad de sala en sala (esas habitaciones que también –y tan bien- se describían en el meme) mientras suenan las violas, los violines y toda la orquesta. O departid amigablemente, contemplando con amable mirada a los otros invitados.


Pero cuando el vals llegue a la siguiente frase, al solo que interpreta un instrumento de viento –saxofón, en este caso, según creo–, agradeced la cortesía al compañero, despedíos educadamente y buscad al siguiente, que os estará esperando, con su párrafo completo en los labios, para ofrecéroslo a vosotros y a todos los demás.


La secuencia es simple: Cada uno escucha y responde al que le precedió y al que le sigue en el meme. Es como un baile en el que vamos de pareja en pareja:

Todo el que participó en aquél meme escribe una entrada sobre este asunto, de acuerdo con las siguientes

I N S T R U C C I O N E S

1.- Título de la entrada:
La ronda del párrafo 4 de la página 18”-

2.- Primeras líneas de la entrada:
Voy a seguir la ronda de la línea 4, al compás de este vals. Mi párrafo es: ”
(hay que copiarlo tal cual, porque ahí en la frase están los hipervínculos a esta entrada y a la música, que servirán de nexo a la cadena).

3.- Poner, entrecomillado, el párrafo completo al que pertenece la famosa línea 4 de vuestro meme.

En mi caso, el párrafo es éste:

—“Todo esto está muy bien, pero es puro
camelo, un camelo de principio a fin. ¿Qué significa
toda esa palabrería sobre la incompatibilidad
entre la amistad y el amor? Estas palabras
dan ganas de maldecir. Recházame de una vez y
mándame al diablo, si hace falta: pero no lo
aproveches para embaucarme con tus ideas.
Ah, una sola palabra hace que todo se caiga en
pedazos: ¡te quiero como esposa! Te equivocas
completamente tratándome como un niño, es
un error garrafal. Estoy en perfecto estado de
funcionamiento; comencé a vivir decentemente
cuando empecé a amarte. Abjuré del alcohol
como si no hubiera bebido una gota desde hacía
veinte años. Lo detesto, abomino de él, ya he
tenido mi dosis. No, Gertrude, ya no soy un
niño, tú me has curado. ¡Diantres, ésa es la razón
por la que te quiero! ¿Acaso no te das cuenta?
Oh, Gertrude —y su voz se ensombreció—,
¡eres una gran hechicera! No tienes artificios, ni
ninguna de las hechuras ni las gracias de las
muchachas que pasan por bonitas, pero eres
una hechicera sin necesidad de ello. Está en tu
naturaleza. ¡Eres tan divina y diabólicamente
honesta! Estas cosas inteligentes que acabas de
decirme querían ser una ducha fría, pero no
puedes ahogarme sujetándome la cabeza debajo
de un grifo. Dirás que no es sino sentido
común; muy probablemente; pero ésa es la cuestión.
Tu sentido común me cautiva, y por eso
mismo te quiero”)
.


Y es de la novela "Pobre Richard", de Henry James.

4.- Decid quién os invitó al primer meme, y quién aceptó vuestra invitación.
En mi caso: Me invitó Ricardo. Y aceptó mi invitación JuanmaWorld.

5.- Después de hacer vuestra entrada, pedidles que participen en esta nueva ronda.
Desde aquí, yo se lo pido a Ricardo y a Juanma. ;)


6.- Esto ya es para nota: Cuando alguno de ellos haga una entrada en su blog (cosa que os comunicará mediante el comentario correspondiente en vuestra entrada) , editar, para poner vínculos a esas respuestas.

(De esta forma, creo que todos podremos ir siguiendo la ronda, sin más que ir saltando de vínculo en vínculo.




En cuanto a la música, es el “Vals de la Suite de Jazz, No.2”, de Shostakovich. Enseguida se nota que no se compuso en la época de los emperadores, pero ése es otro cantar. Stanley Kubrick lo utilizó como parte de la banda sonora de “EYES WIDE SHUT” (años antes usó el “Danubio Azúl” para “2001 – Odisea Espacial). También lo hemos oído en los anuncios de lotería navideña, cuando ese gnomo calvo y elegante sopla la suerte de los millones como un polvo mágico que nos tocará a todos y nos convertirá en otros, más ricos y más felices (pero ése es, también, otro cantar).

Aquí sólo lo escucharemos porque nos gusta (al menos, a mí me gusta mucho), para dar ritmo a nuestra ronda múltiple de párrafos de libros, de títulos y de autores.

Yo ya he dicho mi parte. ¡Que siga la ronda!

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Post Scriptum: MI AGRADECIMIENTO A LOS BAILARINES...

Gracias a mis dos compañeros de baile, por aceptar la invitación y transcribir los párrafos de la línea 4. Aquí tenéis los enlaces de Ricardo y JuanMa.

Pero… ¿Y del vals? ¿Nadie va a decir que le gusta este vals (y me refiero a este vals)?

...Y, por supuesto, puede sumarse a la ronda cualquiera que lo desee y quiera participar :)

viernes, 8 de febrero de 2008

8 de febrero

<


Hoy es fecha para transcribir unos versos. Los encontré anteayer, por casualidad, en los estantes de una librería. Nunca los había leído, nadie me los había recitado. Pero los reconocí, como se reconoce lo que se intuye, aunque no se nombre. Son como el eco de un cuento muy, muy lejano, que hablaba de una estrella rutilante y solitaria. Se lo contaron, hace ya mucho tiempo, a una niña desterrada. "La estrella -le dijeron-te acompañará siempre. La verás, en las noches despejadas, y sabrás que es la tuya. Ella también sabrá que eres tú la que estás aquí, y te amará siempre".

El poema es de Isabel París Bouza:

Como en los cuentos de hadas
Los muertos permanecen
Sólo dormidos,
esperando un beso,
Un desencantamiento o un milagro,

Así el niño
ignorante de mis sueños,
Prisionero de mágicas creencias,
Espera tu
retorno.

A través de los años, sin embargo,
A través de la noche
sucesiva,
Terca se va agrandando la sospecha
De que era para siempre.




(El poemario se llama "La puerta dulce", de la colección "Mar Adentro". Amarú Ediciones. La imagen es de jggweb.com)

lunes, 4 de febrero de 2008

Un premio


Ricardo me ha dado un premio, el premio de “blogger del día” (compartido con otros seis compañeros blogueros), que me ha dejado patidifusa, porque creo que el mérito no está en este blog, sino en Ricardo, que lo ve con buenos ojos.

Él, que también acaba de recibir un premio, decía que, “como buen cacereño…”, tenía que agradecerlo.
(Yo también soy cacereña, no sé si buena o si mala. De lo que estoy segura es de que muchas veces soy una cacereña nostálgica y otras –también muchas- una cacereña escéptica. Pero siempre vuelvo, porque allí están mis raíces, mi cielo, mi luz, mi paisaje, mi melancolía, y porque aún estoy impregnada –ahora y siempre- de la belleza, la armonía, la sobriedad de la ciudad antigua).
Resumiendo: Que no sé si soy buena o mala cacereña. Pero sí sé que me educaron en esa máxima de elegancia que tienen los pueblos antiguos: “De bien nacidos, es ser agradecido”. Y le agradezco a Ricardo este regalillo amable que me ha hecho.

Luego siguen unas reglas un poquillo complicadas, que no he acabado de entender. Bueno, sí, he entendido tres:

- Una, es poner el marchamo de “blogger del día”, que es un logotipo que ya he puesto en lo alto de esta entrada.

-Otra, citar al que me ha nominado, que es Ricardo, el arrecife coralino anclado en el mar de granitos y pizarras, de alcornoques y de jaras, de la penillanura cacereña, y cuyo blog encontraréis aquí: "El Arrecife".

- Y, la tercera, con ésa ya voy a tener algún problemilla: Pide que yo nombre a otros siete blogueros y ponga sus direcciones. Eso, en estos momentos, y por razones muy concretas, no creo conveniente hacerlo. Pero ya saben todos los que vienen por aquí, y cuyos blogs visito, que para mí, todos ellos, son los Blogger del día.

Y espero visitar en breve a todos los que estáis en esta cadena. Dadme tiempo. :)



P.D.

Otro premio.

Edito para agradecer a Jack Blake, el patrón de una nave misteriosa (llamada "Futuro y Esperanza":http://futuroyesperanza.blogspot.com/) que navega por aguas de acceso restringido, que también me haya nominado.


Jack dice, también, que mi nick es muy difícil... ¡Venga, Jack! ¡Que no se diga que se te van a resistir cuatro sílabas de nada, a ti, que te enfrentas a las aguas procelosas, persigues monstruos submarinos y buscas tesoros ocultos hundidos en la canal! ;)

viernes, 1 de febrero de 2008

La mujer de mi novio

Roy Lichtenstein. In the Car. Fuente: National Galleries



Ayer, mientras esperaba a que me recogieran para volver a casa, pasó un gran coche negro en el que iban mi novio y su mujer.

Es raro que me fijara en los ocupantes, porque yo suelo estar en la calle con la cabeza en las nubes, mirando sin ver o pendiente de cualquier minucia, no de lo que realmente pasa a mi alrededor. Pero, por alguna razón, me fijé en el coche y sus ocupantes, un hombre vagamente rubio, al volante, y una mujer morena, que me radiografió en pocos segundos.


Fue, quizá, esa mirada de atención, casi entomológica, lo que hizo que, a su vez, yo la mirara también, algo intrigada. Eso y que, tras el cristal, percibiera claramente el movimiento de sus labios que decían:

-“A-HÍ L-A T-I-E-N-E-S. M-Í-R-A-LA QUÉ G-U-A-PA E-S-T-Á”

Antes de que en mi mente tomara cuerpo la certidumbre de que los del coche eran mi novio y su mujer, otra parte del mismo (de mi cerebro, no de mi novio) estaba procesando la información:

- “Ahí la tienes. Mírala qué guapa está”.

Ella ya había vuelto la cabeza y no creo que observara mi cara de sorpresa. Si la advirtió, no le pasaría desapercibida la sonrisa y el ligero gesto de saludo que le dirigí al esposo, cuando encontré su mirada afectuosa a través del espejo retrovisor.


¿Qué me sorprendió más? ¿La frase o el hecho de que hubiera sido articulada con tanta precisión como para que yo pudiera leerla tan claramente?


Más que sorprendente, inesperada, fuera de lugar. Ha pasado mucho tiempo desde que mi novio fue mi novio, si es que, técnicamente, llegó a serlo alguna vez. Y fue en una época en la que ella, su mujer, aún no había aparecido en el horizonte y, por lo tanto, en nada pudo afectarla. Tampoco a mí me afectaron sus relaciones, puesto que, cuando se iniciaron, mis intereses afectivos estaban en otra parte. Por eso me sorprendió lo de “Ahí la tienes. Mírala, qué guapa está”, y hasta lo encontré de mal gusto.

Sólo la vi silabear. No la oí. Pero no dudo de que lo dijera. Tampoco dudo del sarcasmo: hacia mí, hacia él, hacia ambos; quizá, hacia ella misma. Lamentaría que fuera hacia él. Conociéndole, si se enterara de que yo pude leer los labios de su esposa, se avergonzaría hasta lo más íntimo.

Lo que sucedió después es bastante previsible: Apenas se perdieron entre el tráfico, un reflejo atávico me hizo localizar, rápidamente, una superficie adecuada para contemplar mi reflejo, que resultó ser el cristal de un escaparate cercano. Me examiné con ojo crítico, lo más objetivamente posible. Estaba a punto de emitir un veredicto, cuando una llamada perentoria me interrumpió:

- ¡Eh! ¡Sube pronto, que el atasco ya llega hasta la esquina!

Ya arrellanada en el asiento, mientras me abrochaba el cinturón, prosiguió:

- ¿Es mi imaginación o te estabas dando un buen repaso en el escaparate?

Sucintamente, le conté el pequeño suceso.

- Qué exagerada! -se limitó a decir. Pero luego, con sonrisa maliciosa, añadio: Claro que, estar más guapa que ella, tampoco es tan difícil. Al menos, eso creo yo.