lunes, 28 de abril de 2008

una bèstia per a cada molèstia.

La natura
diligent ens procura
una bèstia
per a cada molèstia.
Si a les fosques
ja no piquen les mosques,
hi ha els mosquits,
que treballen de nits
.
Pere Quart


Vi la pequeña sombra oscura entre los pliegues de la cortina, que, iluminada por el sol radiante, refulgía como el pergamino de una lámpara. Al principio creí que era un moscón, pero era una avispa enorme. Aparecen con frecuencia. Hace dos o tres años, tuve que desalojar un pequeño avispero de la salida de humos de la cocina. Desde hace unos meses, gaseo esporádicamente un macetón de lavandas, porque a su alrededor revolotean siempre cuatro o cinco avispones de los gordos… Se están muriendo, las pobrecitas lavándulas, porque entre la guerra química y que yo últimamente las riego poco… Y, una vez que salí a dar un paseo, a la vuelta me encontré con que ya habían iniciado uno de sus nidos en el mismísimo quicio de la puerta…

Mi cruzada particular, últimamente, se centra en un mosquito insidioso, al que oigo zumbar de madrugada, y que me dio dos buenas picaduras el viernes, una en un brazo y otra en el pómulo izquierdo. Yo, que tenía que ir a un determinado evento el sábado por la mañana, amanecí con unos buenos ronchones. Por más que me embadurné de “azarón”, ahí siguen las picaduras y las hinchazones, bien rozagantes… Adiós el look desenfadado, a la par que sofisticado. Con esas dos marcas bien visibles, lo más que podía elegir era entre el look de hortelana o el look de drogota. ¿Que glamour puede transmitir una mujer con un grano reventón en la cara? Pues ninguno, claro… Así no consigo sacar mi faceta espiritual a paseo, ni a jorobadas.

El mosquito sigue camuflado en algún lugar de mi habitación, que desconozco…Lo que encontré, hoy, fue una avispa.

Y las avispas tampoco me gustan. Pensé que a lo mejor era una avispa reina y le daba por comenzar un nido tras el bandó de los cortinones, así que contraataqué. Fui al baño y agarré el recipiente que tenía más cerca (que resultó ser el vaso medidor para recargar de agua el depósito de la plancha), lo apoyé contra el pliegue de la cortina y la avispa revoloteó hacia dentro. Sellé la entrada con algo plano (que resultó ser una jabonera) y corrí al grifo, a anegarla de agua. A medida que el recipiente se llenaba, más revoloteaba la avispa. Notaba la vibración que provocaba su aleteo, lo cual me resultaba bastante desagradable.

No soy una mujer cruel. Por mí, la hubiera soltado por la ventana del baño. Pero el balcón de mi cuarto seguía abierto y no quería que se volviera a meter dentro.

El agua la cubrió por completo, se hundió, y tras unos instantes dejó de moverse. Yo me sentía una verdadera desalmada, pero siempre he sabido que somos una especie “nasida p’a matar”, predadores natos, y lo asumo, ¡qué le vamos a hacer!

Así que arrojé la avispa por el inodoro, tiré dos veces de la cadena, esperé un tiempo prudencial, levanté la tapa, revisé, y todo parecía estar en orden. La avispa había desaparecido.

Seguí a mis tareas, que eran organizar un pequeño brunch, con los familiares que están alojados en mi casa y que aún se quedarán un tiempo, y con otros que estaban en un hotel, y venían a despedirse porque regresan a su tierra (el norte o la capital). El “brunch”, además de tomar un ligero refrigerio antes de la partida, tenía como principal objetivo consumir todo lo que había sobrado del pequeño “lunch” que ofrecí el viernes con motivo de mi cumpleaños. (El leiv motiv de la multitudinaria reunión familiar fue una Graduación; pero ya que coincidió el cumple, pues se celebró también, que estos no se pierden un sarao así arda Troya).

Carta del brunch: Café, cacao, tes diversos, infusiones varias y zumo de naranja. Pan reciente, tostadas, bollería. Quesos, fiambres, patés y salmón. Yogures. Frutas varias… Como la temperatura era buena, un bufet p’andar por casa, en el porche del salón, ideal de la muerte…

Llegaron los invitados foráneos, amablemente recibidos por los invitados domésticos. No sólo venían nuestros familiares, sino los familiares de los familiares, entre ellos, un famoso tertuliano que probablemente todos conocéis (en privado, no tiene mala leche). “Ji, ji. Ja, ja. ¡Qué bueno vernos aquí, que siempre nos vemos en el Norte! ¡Tenemos que repetir lo de la excursión del año pasado, que salió muy bien lo de El Soplao!...”, en fin, que así fueron transcurriendo las cosas. Charlando y charlando se cogió el periódico del día, se comentó sobre esto y sobre aquello, y yo seguí haciendo zumos, o mezclando agua caliente de los termos con bolsitas de distintos colores: “Julia, cariño, toma tu menta-poleo

En un momento determinado, desde el porche notamos que había revuelo en el salón, y entramos a ver qué pasaba. “Me parece que es José Luís, que algo le ha pasado”, me dijo una sobrina. Y el tertuliano bajó las escaleras corriendo, mientras se abrochaba los pantalones. “¡Que susto, tíos, que susto, que susto, que susto! Yo estaba allí, giñando, cuando ha empezado un revoloteo en todo el water, que me ha entrado un acojone que ni pa qué. Me levanto, sin terminar ni nada, y sale de allí, disparada, una puta avispa, que... No me explico cómo ha podido llegar allí. Debe ser submarinista o no sé, la puta avispa… ¡Qué indefenso me he sentido, la host…”. “Dime donde hay otro baño, que tenga bidet, porque me he puesto perdido”…

Yo sumé mis gestos de risa, de incredulidad, de comprensión, a los de los demás, y le acompañé a otro baño (en el anterior no quería entrar, porque estaba la avispa), con cara de niña buena. Pero sin soltar prenda sobre quién había puesto la avispa dentro del water.

¡Dicen que, según en qué sitios, el veneno de la avispa puede causar muchísimo daño, sobre todo en zonas con mucho riego sanguíneo… ¿Os imagináis que le hubiera picado en según que lugar… ¡Esméril, pa toa la vida! ¡Por mi culpa!

Terminando: Que entré en el baño donde la avispa seguía revoloteando cerca de la ventana y, provista de un trapo bien “afilado”, le arreé un soplamocos que cayó desvanecida en el suelo, pero no obstante moviendo sus patitas y sus alitas. Le arreé otro, y lo mismo, pero menos. Y, como me daba asco pisarla y sentir el crujido de su breve abdomen… dejé que mi compañero la cogiera delicadamente y la quebrará en dos… (él, como es biólogo, decapita insectos como quién pela una pipa de girasol).

(A él si que le conté la historia, y nos dio el ataque de risa. Pero nos hemos conjurado para que los de la expedición no la conozcan, no sea que nos cuelguen el sambenito).

Os juro que, de pequeña, yo nunca me he entretenido arrancándole alas a las moscas, no apedreando gatos, no clavándoles alfileres a los gusanos… Esto ha sido pura defensa propia.

5 comentarios:

UnaExcusa dijo...

Buenísimo. Pobre hombre. Qué dolor. Y maravillosa avispa, tan superviviente, tan luchadora...

Minúscula Martínez dijo...

Nos hacemos adictas a los Bestiarios, y no puede ser bueno...

B x C

Victor Manuel Jiménez Andrada dijo...

Una historia muy divertida. A veces, las cosas que creemos dejar atrás vuelven en el momento menos esperado, amenazando, eso sí, nuestro lado más vulnerable.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Unaexcusa, sí. Dicen que los insectos algún día dominarán la Tierra, porque son los más preparados. Pa mí que son alienígenas totales,con ese luenguaje extraño, a medias entre la química y las geometría analítica. Con esos exoesqueletos queratinosos. Con esos ojos facetados, que deben ver tantísimas cosas a la vez... S O B R E V I V I R A A A N.

Chica Maghenta, no es el de Jeromín, pero me encanta. Además, viene con música, la de M. Oltra.., Y con una trompa enorme: la del elefant. :)

Victor, una reflexión muy apropiada. Sí. Salen los propios muertos a pedir explicaciones. "Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud". :)

Isabel Sira dijo...

Me ha encantado, qué risa niña. Y me lo creo todo porque los insectos de hoy en día a prueba de bombas. No veas mi lucha de ayer con una mariposa de esas marrones horribles (deben ser otrea cosa, pero no me sé el nombre). Casi me muero yo con el olor del matabichos y ella seguía viva, la muy... Al final le dio un mamporrazo y la pisé, amos hombre...