domingo, 31 de agosto de 2008

Lenguaje

Yo soy de las que opinan que el lenguaje sirve para decir y para no decir, para nombrar y para callar, para mostrar y para ocultar. El nuestro me parece un lenguaje sexista y me gustaría que evolucionara (no digo rrrr-evolucionara) para hacerse cada vez más acogedor hacia las mujeres.

Algunas peticiones más o menos desafortunadas, como la de “miembra”, no pasan de ser anécdotas que no pueden empañar las reivindicaciones, fundadas, de que entre todos construyamos un lenguaje que nos señale a todos, hombres y mujeres. Como tampoco la ferocidad de algunos académicos, que han cruzado la frontera del respeto con sarcasmos absolutamente fuera de lugar en sus respuestas a esas peticiones, debe hacernos pensar que la RAE está constituida por una pandilla de innnnn-volucionistas. A mí me consta que no, en ambos casos.

Algunas bromas sobre este asunto, por más que sean divertidas, llevan su dosis de ridiculización de las peticiones de “las feministas”, su pequeña descalificación incorporada. Otras, no.

Me mandaron una que me hizo mucha gracia. Cuando la leí, pensé que lo mismo valía para que el chiste lo contáramos nosotros (los hombres y mujeres que abogamos por un cambio en el lenguaje) como para que lo contaran los otros (los hombres y mujeres que piensan que pedir cambios es ridículo):

-Papá...
-¿Hummmm?
-¿Cómo es el femenino de sexo?
-¿Qué?
-El femenino de sexo.
-No tiene.
-¿Sexo no tiene femenino?
-No.
-¿Sólo hay sexo masculino?
-Sí. Es decir, no. Existen dos sexos. Masculino y femenino.
-¿Y cómo es el femenino de sexo?
-No tiene femenino. Sexo es siempre masculino.
-Pero tú mismo dijiste que hay sexo masculino y femenino.
-El sexo puede ser masculino o femenino. La palabra «sexo» es masculina. El sexo masculino, el sexo femenino.
-¿No debería ser «la sexa»?
-No.
-¿Por qué no?
-¡Porque no! Disculpa. Porque no. «Sexo» es siempre masculino.
-¿El sexo de la mujer es masculino?
-Sí. ¡No! El sexo de la mujer es femenino.
-¿Y cómo es el femenino?
-Sexo también. Igual al del hombre.
-¿El sexo de la mujer es igual al del hombre?
-Sí. Es decir... Mira. Hay sexo masculino y femenino. ¿No es cierto?
-Sí.
-Son dos cosas diferentes.
-Entonces, ¿cómo es el femenino de sexo?
-Es igual al masculino.
-¿Pero no son diferentes?
-No. ¡O sí! Pero la palabra es la misma. Cambia el sexo, pero no cambia la palabra.
-Pero entonces no cambia el sexo. Es siempre masculino.
-La palabra es masculino.
-No. «La palabra» es femenino.
-Si fuera masculino seria «el pala...»
-¡Basta! Anda a jugar.


El muchacho sale y la madre entra.

El padre comenta:
-Tenemos que vigilar al chiquillo.
-¿Por qué?
-Sólo piensa en gramática.

12 comentarios:

Unknown dijo...

La broma es divertida, pero no debemos olvidar un par de conceptos:

1-Sexo y género son dos cosas distintas, y como realidades distintas deben tratarse -un hombre puede ser "centinela" que acaba en a y no pasa nada, al igual que una mujer puede ser "miembro" de alguna asociación-.

2-Por otro lado, estoy de acuerdo contigo en que el lenguaje tiene que sufrir una evolución y no una r-evolución, pero para que esto suceda no debemos -creo- actuar sobre el lenguaje, porque se tratará de cambios artificiales, impuestos. Si cambiamos la sociedad el lenguaje, de forma natural, cambiará solo.

Los viajes que no hice dijo...

Yo no hago hoy disquisiciones lingüísticas, que estoy muy contenta.

El chiste me gusta. Yo también, últimamente, pienso sólo en gramática...

Ay.

Luc, Tupp and Cool dijo...

:) Hola, Flac, guapo. Te agradezco que matices conceptos. Así podemos dialogar sobre el asunto, amistosamente, como siempre lo hemos hecho:

Dices que

* Sí que son distintos sexto y género. Empezando porque género puede ser casi cualquier cosa, tiene 9 acepciones en el Diccionario de la RAE.

Pero, por muy distintas que sean las realidades, no son tan distantes
Con el género (séptima acepción) se suelen matizar las cualidades femeninas o masculinas que tienen las cosas. Decimos él o decimos ella. Decimos guapo o decimos guapa. Hasta ahora, el género era el chicho bueno que dejaba que algunas palabras se duplicaran pa
ra tener sus dos lados, el lado femenino y el lado masculino. Pero ahora parece un vigilante jurado, que vigila a las palabras no vaya a ser se nos salgan del redil. El otro día cacheò varia veces a la palabra concejala y puso contra la pared a edil, exigiéndole que nunca permitiera una edila.

Con miembro no de hsbla, creo que porque él la tiene más larga.

Azafato es muy apreciado por su diplomacia: consiguió masculinizar la azafata de toda la vida y, aunque hubo algunos detractores, nadie puso verdaderas objeciones. Con Modisto pasó igual.


2.- Dices que en el lenguaje no se deben introducir cambios “artificiales” y que debe cambiar de forma natural, cuando la sociedad cambie.

Pero, niño, es que el lenguaje no es "natural". El lenguaje es una creación colectiva, realizada con aportes de muchísimas generaciones que se han sucedido a lo largo de milenios. Por su propia naturaleza, el lenguaje no es algo “natural”, sino artificial, creado por el hombre. No hay nada natural en que nosotros digamos agua, aquellos digan water y los de más allá diga du l’eau. Ni en que nosotros tengamos tropecientos mil conjugaciones y ellos tenga unos verbos de rebaja. O que ellos declinen y nosotros no…. La RAE define “artificial” como 1. adj. Hecho por mano o arte del hombre. / 3. . adj. Producido por el ingenio humano…El lenguaje es artificial, como artificial es la cultura, la pintura, la música…

De modo que, según yo lo veo, el lenguaje es artificial y
cualquier cambio devenido en el lenguaje es un cambio artificial, nunca natural.

Ha sido una sociedad cambiante la que ha construido un lenguaje vivo, plástico, nunca igual a sí mismo: cambiante. Basta leer cosas de otras épocas para ver cómo las palabras han cambiando, se han abandonado cuando quedaban obsoletas, han nacido otras para nombrar nuevas conceptos...

La sociedad que se opone al cambio es una socidad que pide un entorno cerrado, sin interacciones, en urna de cristal..Uns sociedad dispuesta a impedir el paso a ciertos cambios (los ciber-estadísticos pasan todos, tengamos o no palabras adecuadas para eso).

Una Excusa, ¿qu'e es eso de que piensas mucho en gramática? ¿Algún problema con las conjugaciones?

Unknown dijo...

Claro, por eso los hombres tenemos miembro y las mujeres miembra ¿no se refería a eso la ministra? Buffff, creo que me pasé con la gramática otra vez.

Un besazo

Anónimo dijo...

Jaja El lenguaje claro que es machista. O al menos eso es lo que me dice Elvira, una amiga argentina.

Zorro: Héroe justiciero
Zorra: una cualquiera

Perro: Mejor amigo del hombre
Perra: una cualquiera

Aventurero: Osado, valiente, arriesgado.
Aventurera: una cualquiera

Ambicioso: Visionario, Enérgico, con metas
Ambiciosa: una cualquiera

Cualquier: Fulano, Mengano, Zutano
Cualquiera: una cualquiera

Regalado: Participio del verbo regalar
Regalada: una cualquiera

Callejero: De la calle, urbano.
Callejera: una cualquiera

Hombrezuelo: Hombrecillo, mínimo, pequeño
Mujerzuela: una cualquiera

Hombre público: Personaje prominente.
Mujer pública: una cualquiera

Hombre de la vida: Hombre experimentado.
Mujer de la vida: una cualquiera

Dios: Creador del universo y cuya divinidad se transmitió a su Hijo varón por línea paterna.
Diosa: Ser mitológico de culturas supersticiosas, obsoletas y olvidadas.

PATRIMONIO: Conjunto de bienes.
MATRIMONIO: Conjunto de males.

HEROE: Ídolo.
HEROINA: Droga.

ATREVIDO: Osado, valiente.
ATREVIDA: Insolente, mal educada.

SOLTERO: Codiciado, inteligente, hábil.
SOLTERA: Quedada, lenta, ya se le fue el tren.

SUEGRO: Padre político.
SUEGRA: Bruja, metiche.

MACHISTA: Hombre macho.
FEMINISTA: Lesbiana.

¡Ánimo con ese blog, Tupp!

Luc, Tupp and Cool dijo...

Precisión para que mi contestación a Flac sea más inteligible: Lo que pone detras de "Dices que" no lo dijo Flac, lo digo yo. Estaba ya medio dormida y no corregí bien. Perdonad, Flac y los demás.


Viajera... tantos latines se te van a subir a la cabeza...

Ricardo, y a tí tanto "miembro" y tanta "miembra", digo... bueno, que eso.


:)

Luc, Tupp and Cool dijo...

:) :) ¡Vertigo! Bienvenido a este blog.

Gracias por ese seXudo análisis comparativo del lenguaje y por el humor con que lo cuentas.

Não há nada mais interessante que um homem femnista”, decía una pintada que vi el otro día en Coimbra. Bueno, en realidad la pintada decía “Não há nada mais sexy”. :D

Un abrazo enorme :)

Kupe Karras dijo...

Lo de Vértigo me ha dejado totalmente trastocada, pues sí, el lenguaje es machista, pero no sé, es parte de nosotros que a veces es imposible analizar todas las connotaciones negativas de nuestras palanbras. Si al final, es mejor no abrir ni la boca.

UnaExcusa dijo...

¡¡Vertigo!!

Tienes un blog. Vacío, pero blog.

Yo también quiero que te pases por el mío. Bueno, por éste no, que está cerrado. Por el otro viajero.

Jo. Que me entra envidia.

Lo de la gramática era por...

Por lo de siempre, Tuppecita mía.

Isabel Sira dijo...

Jajaj jajaja jajaja. Me gusta, sí,me gusta de verdad el chiste. Ahora a leer los comentarios... Y, sí, el problema es que hay ciertas propuestas de cambio del lenguaje ridículas y así nos va. En mi opinión, el lenguaje cambia con la sociedad, no al revés, por lo que creo que el cambio primero debe ser social, el lenguaje se adaptará solo... Pero ese es un tema largo.

UnaExcusa dijo...

Artículo de Javier Marías para tu blog si es que lo haces...

"Uno de los mayores tópicos soltados por mujeres desde hace decenios –también por varones a los que esas mujeres convencen y hacen cautivos– consiste en la idea de que los pobrecitos hombres ya no saben qué hacer ni cómo conducirse y andan acomplejados y desorientados. Es rara la entrevista con una actriz, escritora o cantante en la que éstas no expresen en algún momento su conmiseración, si no desprecio, por los integrantes del sexo masculino. Tampoco es raro oír estos comentarios en diálogos de películas o de televisión, así como, en la vida, chistes despectivos o maternalistas y descalificaciones globales: "los hombres son tan simples", o "sólo piensan con la polla", o "son un mal necesario", por mencionar tres lugares comunes que, cuando dichos u oídos, parecen reconfortar a muchas mujeres. Y cuando éstas repiten por enésima vez estas nociones trilladas, los varones no protestan ni se ofenden, y en cambio la mayoría de ellas ríen invariablemente la supuesta y novedosa gracia. Así que hoy nos encontramos con una situación curiosa: las mujeres pueden echar pestes de los varones en su conjunto sin que nadie se escandalice ni queje ni llame la atención a las denostadoras, mientras que cualquier chascarrillo equivalente por parte de un hombre le acarrearía perder su empleo (si es un profesor o un político, por ejemplo) o caer en el descrédito.
Pero no es este desequilibrio lo que me preocupa. Al fin y al cabo, durante siglos fueron los varones los que hicieron burla de las mujeres, los que las tildaron de tontas e incapaces y les negaron el voto y antes el alma. Quizá no tenga mucho de particular que ahora haya un buen grupo de ellas –sin duda las más elementales– que deseen resarcirse y aun tomarse la revancha. Son las más miméticas, las que piensan "Ahora nos toca a nosotras" y lo pasan en grande copiando las actitudes de los hombres más brutos del pasado, sólo que dándole la vuelta a la tortilla. Lo que me parece preocupante no son estas mujeres que –aunque de modo rudimentario– tanto se divierten, sino el gran número de ellas que, por el contrario, se diría que viven en la permanente furia.

El último artículo que aquí publiqué antes de mi respiro de agosto hablaba de las antiguas esposas y madres que se veían confinadas al exclusivo ámbito doméstico, y condenadas a conocer el resto del mundo sólo de manera indirecta, a menudo a través de sus maridos; y lamentaba que a lo largo de la historia fueran tantas las generaciones que se habían visto obligadas a desperdiciarse. Y decía, entre otras cosas: "Cuántas existencias dedicadas a procrear y a proteger y a formar a los jóvenes miembros de la especie, tarea admirable, pero limitada y con fecha de caducidad". Había simpatía y lástima por esas existencias "recortadas", en muchos casos no elegidas sino impuestas o heredadas. Pero las cartas furiosas no se hicieron esperar: algunas se han leído aquí, otras me fueron remitidas. Se me ha acusado de denigrar a las esposas y madres de la historia entera, se me ha espetado que muchas amas de casa eran sin embargo cultas y leían la prensa y muchos libros (como si eso no fuera conocer el mundo de manera indirecta), que he faltado al respeto a quienes han llevado y llevan a cabo la más importante misión de la humanidad, la de dar a luz hijos y criarlos, y hasta una señora se ha empeñado en que yo había insultado personalmente a su madre (Dios me libre). Añadía yo en mi pieza esta frase: "Imaginar hoy a una mujer que por elección no trabaje, o sin vida propia, produce bostezos ...", lo cual, es evidente –mis artículos son de opinión–, quiere decir que a mí me los produce. Alguien que me hablara sólo de sus niños y de sus problemas domésticos y vecinales –o de lo que ve en la tele, que a fin de cuentas es un electrodoméstico– me aburriría mucho, qué quieren.

Mi columna era, en suma, una deploración por el papel secundario, casi ancilar, que se ha asignado a demasiadas mujeres, y una incitación a las actuales a seguir la senda ya emprendida por la mayoría: a no conformarse con eso, a sentirse en igualdad de condiciones con los hombres, a no permitir que sean ellos quienes les cuenten y muestren la vida y el mundo, ni tampoco sus hijos ya crecidos; a no agacharse ni resignarse. Pues bien, no quiero ni imaginar las cartas que habrían llegado si hubiera hecho yo una loa del ama de casa, y hubiera manifestado lo que las mujeres que me han escrito han afirmado: que las meras esposas y madres son divertidísimas, que están al tanto de todo aunque nunca hayan trabajado fuera de sus hogares, que sus maridos no sólo no se aburren con ellas, sino que están contentísimos de que hayan optado por la vida familiar y hayan renunciado a casi cualquier otra. Diga uno lo que diga sobre cuestiones concernientes a una parte u otra de la población femenina, salen mujeres furiosas de debajo de las piedras. Esto es lo que me parece más preocupante, porque empiezan a recordarme a los nacionalistas más fanáticos, los cuales sostienen que nadie que no pertenezca a su casta puede entenderlos (como si el nacionalismo fuera complejo), ni opinar, ni hablar de ellos. A lo cual hay que responder que no hace falta ser gallina para saber si un huevo está podrido. Sólo faltaría que la mitad de la humanidad no pudiéramos decir una palabra sobre la otra mitad, la que nos completa".

Anónimo dijo...

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