lunes, 31 de marzo de 2008

Homicidio

Ya estoy despierta. No he matado a nadie. No tengo que preocuparme por nada. No tengo que llamar a la policía, ni hacerlo antes de que el cadáver empiece a oler. Ni siquiera tengo que escoger uno de los “menús semanales” de entre las páginas de un libro de cocina amarillento y medio desencuadernado… Fue sólo un sueño. Es mejor despertarse ya.

Sí. Esos fueron mis primeros pensamientos cuando desperté hoy.

Los olvidé mientras levantaba las persianas y abría la puerta de la terraza para que entrara el aire fresco. Mientras trasteaba por el baño, me hacía el primer “lavado del gato” y atusaba el cabello revuelto. Mientras me movía, un poco abotargada aún, por la cocina, preparando un zumo de naranja, un café expreso y una tostada. Mientras ponía los platillos, la taza y los cubiertos que utilizo en los desayunos. Mientras colocaba en el centro de la mesa la tabla giratoria con el azucarero, el tarro de margarina, la mermelada, la jarra de café humeante, la jarrita de leche caliente…

Los recordé al segundo o tercer mordisco de tostada crujiente, al tercer o cuarto sorbo de café. Entonces, me vino a la mente la imagen de una de esas fuentes de plata rectangulares, con tapadera, que contienen riñones al jerez, huevos revueltos o cualquiera de esas cosas que supuestamente desayunan los hacendados ingleses y sus invitados.

Y recordé el sueño: Yo mataba a alguien. A un hombre mayor, fuerte, poderoso, quizá algo grueso… A un hombre que quería imponerme algo y utilizaba un último argumento: la violencia física. Yo estaba de pie; él, sentado. Le arrebaté el arma y le golpee, antes de que él me golpeara a mí. Sin saña. Sin odio. Sin remordimientos. Sin que se me desbocara el corazón. Le golpee y él murió. Quedó semi incorporado en el asiento. En la pared había salpicaduras de sangre.







Estábamos en algo parecido a un compartimiento de tren de los años cuarenta, como el que se ve tantas veces en las películas. Salí, cerré la puerta y bajé por las escaleras.

Cosas de los sueños, en realidad aquello era una de esas casas de la campiña inglesa en las que siempre hay muchos invitados. Entré en el comedor de los desayunos, a la izquierda de la escalera. No había nadie, excepto dos sirvientes, que recogían los restos de la mesa, porque era bastante tarde.

Sobre el aparador estaban las jarras y bandejas habituales. Entre otras, una fuente de plata, rectangular, con una tapadera reluciente. Levanté la tapa para ver qué contenía. Estaba vacía. Podía ver el fondo, en el que aún quedaba un resto del agua que, a modo de baño maría, se usa para mantener caliente el contenido. Observe que también había gotas de sangre, rodeadas por un cerco de sanguaza, como islas en el agua clara.

Pedí explicaciones a uno de los sirvientes –por eso deduzco que aquella era mi casa, y, ellos. personas que trabajaban para mí– por aquel descuido imperdonable: Una fuente de servir, con agua sanguinolenta en el fondo. Con total indiferencia, uno de ellos me contestó que eso no era de su competencia, sino de otro empleado, ante el que yo debería mostrar mis reparos.

No sentí irritación ni sorpresa. Más bien, cierta fatiga ante lo inevitable: Seguir el hilo hasta llegar al chapuzas, sabiendo, como sabía, que no iba a conseguir nada.

Sin olvidar del todo el tema de la fuente, ni el del cuerpo sin vida que tenía en la habitación de arriba, me encontré embarcada en una tarea cada vez más tediosa: La elección del menú para toda la semana.

Buscaba, en un recetario de hojas muy deterioradas, medio desempastado, los menús correspondientes a la última quincena del mes. Algo parecido a esto: “ALMUERZOS: Judías blancas guisadas / Chuletas de cordero fritas, con ensalada / Fruta. CENAS: Cebollitas francesas con bechamel / Fiambres con arroz blanco / Flan”.

El tiempo pasaba. Yo no me decidía por ninguna de las comidas, que me parecían impracticables, ya por los ingredientes, ya por lo complicadas, ya por las preferencias de mi propio gusto personal. Y empecé a sentir la tensión de la tarea no resuelta en un tiempo prudencial.

Además, estaba la cuestión del homicidio: Tenía que avisar a la policía. Lo estaba retrasando mucho. Alguien tenía que llevarse aquél cadáver, antes de que empezara a oler… Me reproché no haberlo hecho desde el principio, con lo que a mí me agobia el tener que hacerlo todo en el último momento…

Y luego había que considerar las consecuencias: La cárcel. En eso no había pensado demasiado: Yo, en la cárcel. Fríamente, me di cuenta de que aquello iba a ser muy duro de soportar, con lo mal que llevo yo que alguien me diga lo que tengo que hacer. Sin contar con el pequeño asunto de que la cárcel debe ser incomodísima…

Y entonces es cuando agradecí tanto el pensamiento poderoso que se fue abriendo paso en mi mente: “Despiértate, que ya es hora. En la vida real no tienes esos problemas, no pierdas tiempo en resolverlos. No has matado a nadie. No te amenaza la cárcel. No tienes que elegir ningún menú".

Y cuando miré el reloj, vi que eran las diez pasadas, me di cuenta de que esa mañana yo no trabajaba -y los demás, sí: se siente-, que hacía buen día y que tenía ganas de desayunar.

CLAVES:

Mientras que os lo narraba, he encontrado casi todas las claves para interpretar mi sueño. No os las cuento, porque esto ya está siendo bastante laaaargooooo.

;)

13 comentarios:

Juanma dijo...

¡Me encanta esto de los sueños!

¿La clave no será que has invitado a alguien a comer y luego te has arrepentido? xD

¡¡Como para invitar a alguien!! jaja

Me ha gustado mucho cómo lo has contado, y por supuesto el sueño en sí. Me ha recordado totalmente a alguna peli de Hitchcock.

Un besote!

Regina dijo...

Ufff, yo he soñado unas cuantas veces que mato a alguien. Creo que es impotencia.

Me siento incapaz de interpretar los sueños ajenos. De hecho, creo que nadie es capaz, a veces ni siquiera el propio "soñador". :)

Eva dijo...

Pues menos mal que te despertaste a las 10 porque si llegas a dormir dos horas más te veo escapando de la cárcel como el Scofield!!

Tela de sueño, nena. Y pedazo desayuno, no??

Luc, Tupp and Cool dijo...

:) Juanma, no te creas que andas tan desencaminado... Pero no a uno, sino a cinco. Y no a comer, sino a comer, dormir y cenar, durante una semana o así... No habría tanto problema... sino fuera porque tres son septuagenarios y, uno de ellos, recién operado del corazón... ¡Ya veremos, como organizamos todo eso! ¡Ah!, y no tengo opciones de arrepentirme. La única opción es que se arrepientan ellos. :)

Sagutxo, puede ser impotencia, que la hay en el sueño...Yo la perciboooo. Como el Obi Wan Kenobi percibía la fuerza, yo percibo la impoooontencia.... En el sueño la hay. Fíjate en la bandejita de los cojon...es, manchadita de sangre, cuando debía estar como los mismísimos chorros del oro... , y en el agobio con lo de los menús, que casi se me atragantan. Pero discrepo: el homicidio no es impotente. Ese homicio es de una asertividad de libro. Te lo digo yo, que sé de qué te hablo. Es del tipo: "Habla lo que quieras, que haré lo que me da la gana", más o menos.

Eva, siempre me parto contigo, que vienen como balas, de directas...
La verdad es que si me despierto más tarde, termino contratando con uno de esos de "Legalitas", para que me defienda del pequeño asuntillo... Lo de las diez es explicable, mujer. Primero, que fue el día siguiente al cambio de horario y teníamos todo un pequeño lío. Como fui la única de mi casa que hizo fiesta, pues hubo su pequeño revuelo matutino, les oí, y luego cogí con ganas un segundo sueño y ya me dieron las diez (las nueve en Canarias). Mi hora normal son las seis treinta y cinco.

Guay el desayuno, ¿eh? Pues los hago a diario. Bueno, si curro no tomo café sino té breakfast, bien fuerte, que me viene mejor para el estomágo. A veces tampoco tomo tostada, sino algún pastel casero (el preferido es bicocho genovés, pero puede ser panetonne o cualquier otro). Luego, a media mañana, suele caer un cafetín con un pinchito de queso azúl, mermrlada de arándonos y nuez...

Eva dijo...

Jo, nena, como te cuidas. Yo tomo un poleo sobre las 9.30 y no todos los días. A veces, si el hambre me aprieta, como un par de galletas integrales a media mañana, si no aguanto hasta la comida. Es que soy 'mu marrana' comiendo, pero no aprendo.
Un beso guapetona.

alelo dijo...

La historia muy elaborada. Muchas veces no recordamos, no somos capaces, casi nada de los sueños y tú tienes la ventaja de recordar hasta el mínimo detalle.



Por cierto, que sepas que tu blog es de ¡AGRICULTURA! En tu perfil dice que este blog está encuadrado en ese sector. Yo he estado buscando y no veo huertas ni sembrados por ningún lado.

Cuando bloger nos dijo, hace un año más o menos, que si queríamos adaptar el blog a la nueva versión presionáramos un botón... no nos dijo que luego entráramos en la configuración y cambiáramos también el sector. Y es que esa nueva versión nos convertía a todos en AGRICULTORES.

Tu única ventaja es que si alguien busca un lugar donde se cultiven palabras, te encontrará seguro.

Nos vemos en la Red.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Eva, me cuido, sí... Pero es que el desayuno es lo que más me gusta. Las comidas son más frugales. Meriendas, no (salvo si voy a "picar" algo con amigos). Cenas, poquito-poquito... Así que por la mañana me aprovecho.

:) Alelo, hay sueños de los que no recuerdas nada, hay otros que los recuerdas con pelos y señales. A veces, ves clarísimas todas las escenas que has soñado y podrías hablar largo rato sobre lo que soñaste, y, sin embargo, un momento después, algo pasa, intentas recordarlo y eres incapaz... Otras veces, durante años y años recuerdas un sueño concreto... o quizá ya recuerdas el recuerdo del recuerdo, no lo sé; el caso es que no lo olvidas. Hay sueños que te interesan, y otros que son tan plastas que no haces ni el menor esfuerzo por recordarlos.

En unos eres feliz. En otros, gozas. En otros, esperas algo que no llega. En otros, tienes miedo. En otros, pierdes algo. En otros, encuentras. En unos matas. En otros, mueres...

Este sueño que cuento en la entrada parece claro porque sólo he contado un fragmento, el que recordaba mejor. Había también una historia cruzada, de un autobús que se atascaba entre el gentío y tres mujeres, una de ellas descalza, que decidieron seguir a pie, y...

:D En cuanto a la agricultura... Como me dijo un viejecito con el que coincidí en un tren, cuando yo era estudiante: Sin agricultura, no hay cultura... Lo dejaremos así otra temporadita. Y, de paso, esperaré a que me encuentren esos buscadores de palabras de los que hablas... Buenas, malas o regulares, aquí hay muchas, hay "excedentes", incluso... Esperemos que, decepcionados, no me corran a tomatazos..:D


Nos veremos en la red, sí. Y en tu blog, que visito a menudo. :)

Victor Manuel Jiménez Andrada dijo...

Me ha gustado mucho tu relato. Despiertas para escapar de un sueño. Hay quien duerme para escapar de una realidad. Saludos desde Papirowebxia.

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola Luc. No tengo ni idea de sueños. Es más no tengo ni tan siquiera sueños, salvo en muy contados dos o tres dias al año. Pero, hubo un maestro en esto. Y si no era un maestro, al menos sabría más que otros, pues él se dedicó de lleno a estudiar los sueños y las personas que los tenian. Además tenía una herramienta muy util para ello: sabía hipnotizar, sofronizar, sugestionar, etc.
Ese personaje, maestro, o estudioso de los sueños, creo que decía, que en aquellos afloran los sentimientos sexuales a tope. Y que todos los actos, reacciones, complejos, etc., que adoptamos en nuestra vida, tienen una causa, componente, ingrediente, o lo que sea, siempre, de tipo sexual.
Si, en tu sueño, mezclas muerte de un varón, con comida, desayuno, o comida futura. Esta meridianamente claro que, como mujer que eres, tienes el deseo de devorar a un varon para comertelo. Puede que no sea tal vez así. Pero, cuando he leido tu relato, me ha recordado un programa de tv, en el que hablaban sobre el canibal aleman, quien por internet concertó una cita con otro varón, para comerselo. Llevó a cabo su propósito, pues despues de cortarle el pene, que comieron entre ambos, le mató y se lo fue comiendo, hasta que le descubrió la policia.
Tal vez, los ancestros del ser humano fuesen todos canibales.
Pero, para eso, doctores freudianos hailos. Un saludo.

Luc, Tupp and Cool dijo...

:)Victor, muchas gracias por tu visita. Sí. A veces, es mejor despertar, porque la vida real es mucho más reconfortante… Aunque hay sueños… hay sueños que uno quisiera estar soñándolos siempre…

Me ha gustado mucho tu blog, empezando por el nombre… Papirowebxia… Es muy bonito…

Nos veremos a menudo…


:) Hola, Jack. Me alegro de volver a verte… Pero se ve que has estando buceando por aguas un poquillo turbulentas, porque… ¡qué truculencias! Ja, ja, ja…

Primero, que en mi sueño yo no me comí nada de nada… ¡Ni un triste colín! ¡Fíjate que la bandeja que vi en el comedor estaba absolutamente vacía! Y, encima, allí me tenías, organizando un menú, pero sin disfrutarlo… Comí luego, cuando ya estaba despierta y bien despierta (y bien rico que estaba todo)…

Segundo, que no estoy yo tan segura de eso que dices de que “Está meridianamente claro que como mujer que eres, tienes el deseo de devorar a un varón para comértelo”… Eso de “meridiano” habría que aclararlo (ya sabes, convencionalmente hay 24 meridianos, y cuando en uno es de noche en el otro es de día, con lo cuál es difícil asegurar como absolutamente cierto nada que se refiera a los meridianos). Y, además, eso de devorar, con lo bien educada que soy yo cuando como, que todo lo hago con cuchillo y tenedor… Devorar, tanto como devorar… Devórame otra vez..., decía aquel tema de hot salsa portorriqueño… :D

Estarás conmigo en que el caso que citas, aquel VARON caníbal que puso anuncios –y encontró voluntarios, que ésa es otra- para comerse el pene de OTRO varón, no puede encasillarse dentro de esa pulsión que tiene toda mujer –según tú- de llevarse al coleto un miembro viril. Aquello fue un asuntillo de HOMBRE A HOMBRE, creo. Y de ello yo no me atrevería a inferir que, “como todo varón, el caníbal tenía el deseo de devorar a otro varón, para comérselo”. P’a mí que fueron dos psicópatas en los que el tanatos era muchísimo más fuerte que el eros.

En fin, que yo no soy ninguna experta en esos temas psicoanalíticos. Me interesa Freud y he leído cosas suyas. Pero creo que, actualmente, al mismo tiempo que se reconocen las grandes aportaciones de Freud y otros al conocimiento del inconsciente, se le achaca que algunas de sus conclusiones obedecen más a las propias fijaciones y pulsiones afectivas, sexuales e ideológicas de Don Sigmund que a que el resto de la Humanidad las sufra, universalmente.



Y ahora, un apunte (no para Jack, ¿eh?, sino para mí misma y para todos los que leáis esto):

Le dije al Sagutxo que mi homicidio fue bien asertivo. Alguien (un hombre, en el sueño) me atacaba y yo me defendí con las mismas armas que él blandía contra mí. Le arrebaté limpiamente el arma, sin juego sucio, sin tretas, sin odio, sin rabia. Se la arrebaté porque fui más rápida, más firme, porque no me asusté ante sus amenazas. Subestimó mi fuerza, mi decisión, mi derecho y mi deseo de mantenerme intacta, tal cual soy, sin someterme a los designios ni a las órdenes de nadie… Él sucumbió. Yo vencí. Su error fue que no contó con MI VOLUNTAD de seguir siendo yo. Su error fue que nunca creyó que YO TAMBIÉN TENÍA PODER.

Así es como interpreto yo ese homicidio en defensa propia. ;)Tomadlo como una metáfora, por fa, que tampoco es que yo quiera decir que hay que cada uno deba tomarse la justicia por su mano, ¿eh?

Felizmente, en la vida real jamás me he encontrado en una situación de ésas. Hombre, alguna que otra vez sí que me he encontrado con algún caradura que quería ir de “ordeno y mando”… Y, metafóricamente hablando, claro, digamos que siempre he actuado “en defensa propia”… Los prepotentes, no me van. :(

:)

Kupe Karras dijo...

Qué fascinación me producen los sueños, sobre todos los violentos, porque es cuando sientes las emociones a flor de piel. Yo tengo un par de sueños recurrentes que siempre me producen hartazgo, frustración, y los llevo soñando unos nueve años, ahí nada.

Yo nunca he matado a nadie pero sí que me han matado, o peor, me he suicidado antes de que lo hiciesen.

Isabel Sira dijo...

Jo, pues me has dejado intrigada total con lo de las claves. Yo odio los sueños reales, que en mi caso son prácticamente todos, porque si tú necesitaste varios bocados para acordarte, los míos se me quedan enganchados a la cabeza y generan dudas sobre si fueron reales o no...
Una historia muy buen contada, para ser un sueño.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Kupe, yo tampoco había matado a nadie hasta ahora, ni he soñado con que me mataran (o no lo recuerdo), aunque sí con estar en peligro. Tampoco he tenido sueños recurrentes... Debe ser angustioso...

Arwen, encontré "casi" todas las claves, pero supongo que no todas. Es como cuando en un libro o en una película ves algunas alusiones, algunos guiños... No significa que lo hayas captado "todo". (En todo caso, ¿sería "captable"?)