martes, 18 de marzo de 2008

Ahora, se acabó

- … Sé que quiero estar con Iván, que quisiera seguir junto a él. Pero él dice que no y que no. Y yo ante eso no puedo hacer nada…

De entre los ruidos y los sonidos indistintos, va perfilándose la voz en mis oídos y adquieren significado las palabras, cada vez más nítidas, de una mujer situada a mi espalda, que habla por el móvil.

- Yo lo tengo claro. Ahora, si él no quiere seguir, pues muy bien. Lo único que puede pasar es que yo siga mi vida y, si encuentro a un pavo, pues que empiece a salir con otro. Eso es lo único que puede ocurrir…

En esa parada esperan para subir al autobús una larga fila de chicos y chicas que entran en tropel, armando jaleo. Los demás viajeros procuramos pegarnos a las paredes para dejarles sitio y evitar los pisotones de sus enormes deportivas. Inadvertidamente, uno arrastra mi bolso con su mochila. “Menudo rayón debe haberle hecho, y eso que es nuevo”, pienso para mí, aunque sonrío moviendo negativamente la cabeza cuando se vuelve, haciendo un gesto que podría tomarse por una disculpa. Lo menos mide uno noventa. Tiene una melena lisa y cuidada, algo rala, con inesperada raya a un lado, que le da un cierto aspecto femenino, de niña buena de otras épocas. Sigue adelante, reclamando la atención y aprobación de un chaval más bajo que él, de pelo oscuro cuidadosamente engominado, guapo, a pesar de unos granillos a los que probablemente aplique su dosis diaria de peróxido de benzoilo, aunque parecen algo infectados. Yo cambio el bolso hacia el otro lado, para evitar la marea de la segunda tanda, la de los jóvenes, casi niños aún –sobre todo, ellos- que entran los últimos porque, a pesar ser los primeros de la cola, los mayores no respetan el turno.

- … pero, tía, es que yo tampoco quiero eso, no quiero agobiarle. Si él se agobia porque me ve, yo tampoco me siento bien en esa situación… Pero, ¿agobiarlo en qué? No le llamo desde hace una semana, no le mando un mensaje desde hace una semana… ¿En qué le agobio? ¿Ahora tampoco puedo ir al cumpleaños de Raúl porque le agobio? ¿Qué quiere? ¿Que me meta en casa y no salga más?

Para entonces, ya he conseguido girarme ligeramente y puedo ver a la chica que habla. Es mayor de lo que pensaba.La había imaginado como una veinteañera y más bien ronda la treintena, o quizá sólo sea el maquillaje. Habla, ajena a que los demás puedan seguir los detalles de la conversación sobre su vida íntima. Cuando me bajo, aún la veo, mirando a través de la ventanilla del autobús hacia un rostro inexistente, una mano sosteniendo el móvil y la otra gesticulando para apoyar sus razones.

Decía Flaubert que la novela es un espejo que se pasea a lo largo del camino. Pero hay caminos que pasean sobre los espejos e, incluso –y eso es lo peor- que lo atraviesan y te atrapan en el otro lado.

Andando hacia casa, recordé otra escena distinta, pero en el fondo igual, que sucedió el verano pasado en un autobús semivacío. Como tantas veces, iba absolutamente metida en mi nirvana particular -¿en qué pensaré yo cuando me parece que estoy pensando en todo y probablemente no esté pensando en nada?-, sólo con el ligero cuidado de no pasarme de parada, lo que alguna vez me ha sucedido. Una voz de hombre, bajita, bien modulada, plena de matices, con ese castellano tan precioso –al menos, a mí me gusta muchísimo- que hablan los pueblos andinos –suave, exquisito, sin alzar una sílaba por encima de la otra-, me fue sacando de mi ensimismamiento:

- Duró lo que duró. Ahora, ya acabó.

Una pausa, y una voz femenina, igualmente bella, contestó:

- ¿Pero por qué tiene que acabar?

El hombre no contestó y siguió otro largo silencio.

- ¿Por qué? ¿Qué ha pasado para que tenga que acabar? -insistió ella.

- Porque sí. Porque no puede seguir más.

Estaban sentados delante de mí, rígidos, el uno junto al otro, sin mirarse, incluso con las cabezas ligeramente ladeadas, como para hurtarse el rostro y la mirada, de forma que yo podía ver algo de sus pómulos y del mentón. El pelo negro azulado, la forma de la cabeza, de los hombros, y la voz, la hermosa voz, me llevaron a pensar que eran bolivianos. Yo me bajé y ellos continuaron el trayecto. Mientras se alejaban, pude ver fugazmente el rostro de los que una vez fueron amantes…

Dos mujeres. Dos hombres que dicen: “Esto se acabó”.

¿Qué hacen los hombres cuando una mujer les dice que todo terminó? ¿A quién se lo cuentan? ¿Dónde?


free music



Nota:
Gracias a Losviajesquenohice, por su ayuda para colgar la canción. :)

8 comentarios:

Isabel Sira dijo...

La segunda conversación me ha llegado al alma. Situaciones demasiado parecidas. Acabar porque no se puede seguir.

UnaExcusa dijo...

Los hombres se lo cuentan a sus amigos. Al menos, los que yo conozco: tienen terapias parecidas a las mías: charla, un bar, muchas palabras, alguna lágrima (ellos, yo no lloro en público) y abrazos.

Claro que siempre me dicen que mis amigos son raros...

¿En qué piensas cuando no piensas en nada? En todo, creo.

Regina dijo...

Pues yo creo que muchos no lo cuentan. O que dicen que "se acabó" y punto, no dan más explicaciones. Supongo que muchos ni siquiera lo dicen para no parecer ellos "los abandonados". Supongo, también, que si lo cuentan lo hacen en un lenguaje diferente al nuestro, pero que en su interior usan el mismo.

No sé si me explico... :P

Ya estamos...

Luc, Tupp and Cool dijo...

Arwen, sí que es una situación dura, tanto para el que toma la decisión como para el que la sufre... Pero son situaciones inevitables. Uno no puede mentir ni mentirse en eso. (Ni en nada, diría yo; pero, sobre todo, en eso).

UnaExcusa, creo que cada un@ actúa según la manera de ser, del apego al bien perdido, la edad, la salud, el grado de socialización, la economía personal… Algunos hombres (subrayo lo de "algunos") no soportan que "su" mujer, la que les pertenece y debe pertenecerles por los siglos de los siglos, les digan "NO". Y por ahí asoma la patita una de las causas de los asesinatos de género.

Sagutxo, como siempre, te explicas a la perfección. Yo creo que tienes razón, y que los hombres reciben una educación que les lleva más al estoicismo, a "sufrir en silencio"... Otros, sí, por aquello de las apariencias, fingen que no les importa; pero eso lo hacen también muchas mujeres… ;)


Para desdramatizar, os dejo una escena de Woody Allen en la que una mujer le dice a un hombre que…

Es que no me llenas"

Juanma dijo...

En mi caso, lo que dice unaexcusa. Dependiendo del amor sentido y de lo sorprendente del rechazo. No es lo mismo que te dejen sin que te lo esperes a que ya de algún modo supieras que sucedería.
En el primer caso hay lágrimas; en el segundo no.

Unknown dijo...

La maté porque era mía...
Ese es el grado de posesión que alcanzan "esos" "hombres".
Nadie quiere que algo que tuvo su momento maravilloso acabe .
Pero acaba a veces y pocos-as son los que lo asumen con racionalidad.
Pero los que asesinan son hombres en su mayoría.Hombres a los que su mamá seguramente nunca les dejó jugar con muñecas o coser o fregar las vajillas ni siquiera llorar (porque eso no era cosa de hombres).
Y ni siquiera hace falta para algunos llegar a la violencia física; hay muchas maneras de matar y mucho más sutiles y cruentas,porque precisamente nadie se da cuenta; y aún la o el interesado-a piensa que las cosas son así de normales.
Y bueno ya me extendí como de costumbre, mmm ejem
Abrazos Tupp ;)

Luc, Tupp and Cool dijo...

Pilar.... ¡Claro que sé quién eres, guapetona! Te hubiera reconocido siempre (always, toujour, immer... Lo escribamos como lo escribamos, siempre quiere decir lo que no tiene fin)...

Gracias por esta visita. Espero que la repitas con frecuencia, porque me ha hecho muchísima ilusión.

Y si te decides a hacer tu blog... ¡cuenta conmigo como lectora incondicional, porfa!

:) Un abrazo fortísimo.


p.d.

Me dices "off the records" que soy un "todo terreno!... Pero, Pilar, ¡si yo lo que quiero ser es un superdeportivo!. :D

Unknown dijo...

Je je, ya sabía yo...
Si es que eres un lince.
Pues por aqui pàsaré en "esos" momentos en que esté "sembrada"
Para protestar contra la violencia de género soy anti-violencia de cualquier tipo y luchadora de mis ideas y mis convicciones como tú mi querida amiga.
Y como bien dices espero que mis "huéspedes" se larguen de vacaciones a otro lugar ,porque además de comer a mi costa,se ocultan como ladrones; pero...¡Ja! los descubrimos y se les acabó el festín
Un abrazo niña