lunes, 8 de febrero de 2010

Un recuerdo

Mi madre murió cuando yo aún no había cumplido ocho años y hoy es su aniversario. Cuando sucedió, yo estaba a setecientos kilómetros de mi casa. Me lo contaron como se cuentan a los niños estas cosas, mezclando fantasía y realidad, de manera que el niño (la niña) queda aún más confuso. A mí me dijeron que mi madre se había convertido en una estrella y que desde el cielo me miraría siempre. He tardado en entender por qué me gusta tanto el cielo estrellado y me fascina Orión, que justamente luce en esta época del año. No estoy segura, quizá sea sólo por la belleza de las líneas de esa constelación. Yo no creo en el más allá ni tengo el consuelo de los rezos. Pero siempre recuerdo a mi madre en estas fechas y pienso que quizá ella pueda sentirme desde algún sitio, y dedico unos instantes especiales para su memoria. Me gusta reservarle ese momento, porque aún añoro la tibieza de su regazo, su mirada esperando mi llegada desde un balcón, cuando yo estaba perdida. Hoy he mirado al cielo nocturno y, a pesar de los nubarrones, he visto tres estrellas. Yo no sé si una de ellas, o las tres, una para cada uno de sus hijos, me han mirado. Pero he sentido algo cálido muy dentro, como tantas otras veces que miro el cielo. Y le he dado las gracias. Cuando ella se fue a mí me siguieron queriendo: mi padre, mis tíos, mis hermanos y luego más gente, no me quejo. Pero siempre, siempre, la he echado de menos.

4 comentarios:

Regina dijo...

A mí me gusta pensar que nos siguen viendo y que siguen velando por nosotros. De la misma manera, pienso que cuando alguien muere se encontrará con todos los que se fueron antes.

No sé, es algo en lo que me gusta pensar para no tener que perderlos del todo.

Los viajes que no hice dijo...

Yo pienso que el recuerdo nos conecta con quien fue y estuvo con nosotros. Tampoco creo en el más allá ni tengo el consuelo de los rezos, pero le escribo a gente que no está...

Un abrazo grande y calentito, Tupp.

Unknown dijo...

Necesitamos, es evidente, protegernos ante el vacío que supondría asumir sin más la desaparición de los seres queridos.
Unos tienen la religión, otros creen en la reencarnación.

Personalmente, encuentro muy bonita la forma en que mantienes viva dentro de ti a tu madre, Tupp. No dejes de mirar nunca al cielo. ;-)

Mamen Alegre dijo...

Para leer lento, para sentir.

Las madres siempre son estrellas.

Un beso emocionado.