lunes, 4 de enero de 2010

LIBROS AL PESO VS. SU PESO EN ORO (amago pseudocrítico)

Últimamente, leo los periódicos on line, así que la única letra impresa que entra en casa es la de los libros y los folletos del carreflux. Los folletos van directamente al P.D.R.D. (punto de recogida de documentos, es decir, un cubo rojo situado bajo el fregadero), a la espera de llevarlos al reciclaje. Los libros, no. Me parezcan buenos o me parezcan malos, siempre les busco acomodo en alguna estantería. Cosa aparte es que algunos merecieran el P.D.R.D. ipso facto.

Ése es el caso de uno que me han regalado estas Navidades. Alguien de mi familia, ya sea por ignorancia, pereza o simple malevolencia, se desatrancó regalándonos ejemplares del mismo libro a varios de los que nos hospedábamos en su casa. Dice la “Single Bell que fue pura venganza por las molestias que le ocasionamos periódicamente en las fiestas de guardar.

Se trata de una obra publicada en pasta dura, de corte policíaco, situada en la baja Edad Media. Como en “El nombre de la rosa”, pero en Castilla. No pasé del primer capítulo y el primer párrafo. En él se describe un amanecer que va iluminando las diferentes partes de un castillo: almenas, murallas, torre del homenaje. Me pareció que se haría de noche antes de que el autor terminara de describir el fenómeno y el recinto. Al final del mismo (del párrafo) encontré dos veces el adjetivo “tosco/a”, separados entre sí por apenas veintidós palabras. Se trataba de un tosco y oscuro torreón, formado por toscas y oscuras piedras. No conté las veces que aparecía “oscuro/a”. El segundo párrafo empezaba con una flagrante coma entre el sujeto y predicado, y ahí es donde abandoné.

(Al día siguiente de la abortada lectura, me llamó la "Single Bell", indignadísima. Ella no tuvo más remedio que leérselo enterito mientras volvía a sus Madriles. No tenía ninguna otra lectura a mano, la película que ponían en el tren era malísima, así que se vio forzada a hacerlo. Al parecer, tras doscientas quince páginas, la solución al enigma es contradictoria con el desarrollo de la trama. Tuve que apartar un poco el auricular de la oreja: el tono de voz subía proporcionalmente al grado de irritación, y viceversa (feedback). “Demencial, demencial”, terminó gritando.)

Pero sigamos con mis libros, que no todo son penas, porque me regalaron otros varios: “Cuentos completos“, de Eça de Queirós. “Cuentos completos”, de Truman Capote. “Aurora Boreal” de Åsa Larsson y algunos más, entre ellos varios de pintura, que me encantan.

Empiezo con uno de los cuentos de Eça de Queirós. “Singularidades de una Rapariga Loura” (traducido como “Excentricidades de una chica rubia”) me quitó la espinita de los oscuros y toscos torreones del libro anterior. Tiene más capas que un vol-au-vent (volaván): humor, ironía, costumbrismo, romanticismo, misterio… Todo eso en veintiocho páginas. Y unas descripciones magníficas, lo mismo de unos calzoncillos, que de un abanico chino, que de un lugar… Transcribo un fragmento que refleja muy bien las sensaciones que a menudo tengo ante una luz, un paisaje o un sonido: “Existe en cada uno de nosotros, es cierto –por fríamente educados que estemos-, un resto de romanticismo; y basta a veces un paisaje nocturno, el viejo muro de un cementerio, un yermo ascético, las emolientes blanduras de un claro de luna, para que ese fondo místico ascienda, se explaye como una niebla espesa, llene el alma, los sentidos y la idea, y quede así el más matemático, o el más crítico, tan triste, tan visionario, tan idealista, como un viejo monje poeta”.

Hago una pausa en los cuentos y paso al libro de Åsa Larsson, Aurora Boreal, en el que finalmente me detengo. Siempre ávida lectora de temas policíacos, me gusta conocer nuevos autores que superen un poco el marco más convencional del género. Esperaré al final, a ver cómo lo resuelve. Ese es el talón de Aquiles de muchos de ellos.

Los cuentos de Truman Capote esperarán más, creo. Releí hace poco “A sangre fría” y tuve angustia durante varios días. Me invadió la desesperanza tras volver a ver -¿cuántas veces, ya?- “Desayuno con diamantes”. Necesito algo de aire, antes de continuar.

Está también el cuento “La Cenicienta que no quería comer perdices”, de N. Lopez Salamero y M. Cameros Sierra, que ya conocía de Internet. Y los de pintura, que degustaré poco a poco, a ratos perdidos.


Ahora, ¡a por los Reyes! ¿Qué será, será…?

5 comentarios:

Los viajes que no hice dijo...

Pues mira, yo no he pedido libros. Quiero recuperar las ganas de leer con alguno de los que Sus Majestades me trajeron el año pasado...

Nodicho dijo...

¡Hola! He descubierto tu blog gracias a la Viajera, y al leer que eras ávida lectora de novela políaca no me he podido resistir a dejar un comentario. Estoy comenzando a ser yo también (ávido) lector de ese género, he empezado por Michael Connelly (de ahí me viene la afición) y con Mankell, que con sus dos primeras novelas no me ha despertado aún el entusiasmo. Los Larsson son adictivos pero normalitos, ¿alguna recomendación?

Un saludo!

Luc, Tupp and Cool dijo...

Hola, Cable Hogue. Yo también te he visto por el blog de La Viajera. Me quedé con tu nombre por lo de la peli de Peckinpah.

Sobre novela policíaca actual, poco puedo decirte que no sepas. También estoy ahora con los suecos, me refiero a Stieg Larsson, Henning Mankel y Asa Larsson. Me han gustado, la verdad. Tenía la intención de meterme antes o después con novelistas alemanes (Gisa Klönnet, Christian von Ditfurth y alguno más), que parece que ahora están muy pujantes, y con a una española, Rosa Ribas, pero aún no he leído nada de ellos y tampoco tengo referencias demasiado claras. Tampoco he leído nada de Michael Connelly, aunque he oído hablar de él y lo tengo en mi lista, esperando turno. Suelo alternar la novela policíaca con otro tipo de lectura y no siempre hay tiempo para todo. A veces no hay tiempo para nada.

Las de los suecos me han gustado, la verdad. Tienen lo que suelo pedir en una novela policíaca: caracteres definidos, contextualización del tema en coordenadas creíbles (personales, sociales, geográficas, económicas, políticas, etc.), interés de la trama, resolución del caso de manera plausible y que no se base exclusivamente en los avances técnicos. Me explico, que aunque se utilicen métodos en plan I+D, análisis forenses exhaustivos, perfiles psicológicos apabullantes, bases de datos completísimas y accesibles en un plis plas y desde casi cualquier medio y lugar, especialistas de primer orden y hackers todopoderosos, al final, el caso se resuelva con los medios de siempre: intuición, razonamiento, persistencia y suerte.

Me llamó la atención lo clásicos que son los suecos, incluso a la hora de construir los antecedentes, es decir, la historia antigua, oscura y muchas veces ominosa que precede a un crimen. Eso de vincular un crimen de hoy con una historia familiar del pasado es una marca distintiva de muchos autores de la serie negra, como Simenon (el inspector Maigret), Chandler (Philip Marlowe), etc., pero hay que hacerlo bien. Ya tengo por aquí "Sangre derramada", de Asa Larso, pero aún no la he leído. A ver qué tal.

Eso en cuanto a novela actual. Ya ves que la que necesita que le recomienden autores interesantes soy yo.

Pero si además de leer novelistas actuales quieres adentrarte un poco en lo que es este género, pues el campo es inagotable. Es muy extenso, con una temática y una estética muy amplias.

A alguien puede gustarle algo como “Un ciego con una pistola”, de Himes, y sin embargo parecerle un verdadero bodrio “Crímenes imaginarios”, de Patricia Highsmiths. A mí me gustan casi todos, autores muy distintos que han vivido en tres siglos diferentes, desde el XIX al XXI, que van desde la novela de misterio a la novela negra, pasando por la de detectives más convencional: Allan Poe, Gastón Leroux, Wilkie Collins, Conan Doyle, Chesterton, Edgar Walace, Ellery Queen, Agatha Christie, Dashiell Hammett, George Simenon, Raymond Chandler, Ross McDonall, Cherter Himes, Patricia Highsmith, Jorge Luis Borges, Bioy Casares, John Franklin Bardin, Manuel Vázquez Montalbán, Andreu Martín, Dona León, Eduardo Mendoza, y bastantes más en los que ahora mismo no caigo. Ninguno sobra.

Alguno puede parecer bastante ingenuo, pero luego ves que ese problema sobre la puerta cerrada que puso sobre la mesa Leroux en "El misterio del cuarto amarillo", es el mismo problema con el que se enfrenta Sherlock Holmes o Hercules Poirot o cualquier otro y también tiene su gracia pillarle el truquillo. A mí me divierten esas cosas.

Aunque también es verdad que no siempre apetece lo mismo. A veces da una pereza enorme meterse en un nuevo autor o revisitar a uno conocido, y se te hace un poco cuesta arriba. Por ejemplo, yo hace tiempo que no me atrevo con la Highsmiths porque me entra una desolación tremenda. Más de una vez he pensado en releer algo de novela negra americana, pero tampoco encuentro tiempo.

Pero eso pasa con todo tipo de lectura, no solo con la novela de detectives.

Un saludo y muchas gracias por tu comentario.

Luc, Tupp and Cool dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nodicho dijo...

"El talento de Mr. Ripley" es una de mis novelas preferidas de cualquier género, y la siguiente en mi lista a conocer es Asa Larsson, ahora que acabo de terminar la tercera de Larsson.

La verdad que empecé con el género porque quería leer libros "sencillos" en inglés (por eso llegué a Connelly) y la cosa me enganchó. A los suecos los he leído en inglés también, que ya ves tú, ya que leo traducido mejor en español, me dirás, pero bueno, me dio por ahí...

De los clasicazos me he leído El sueño eterno y Cosecha Roja (en español) que me parecieron ambos muy buenos.

Me apunto "Un ciego con una pistola", que el título me ha llamado mucho la atención.

Un saludo.