miércoles, 12 de diciembre de 2007

Voces y susurros

El hermano de una de mis grandes amigas (aún hoy, lo es) ya había terminado la carrera cuando nosotras la empezábamos, y trabajaba como interino en un pueblecillo cercano a Cordura. Era un hombre guapo, moreno, de profundos ojos negros surcados de sombras violetas, con voz bellísima, llena de matices y de sugerencias, y una vena romántica “sensu estricto”, algo maldita, tormentosa y atormentada.

Yo le escuchaba en la media distancia, con una mezcla de sensaciones y sentimientos: En parte maravillada ante alguien que destacaba tanto sobre la planitud que hasta entonces había frecuentado, en parte interesada en las nuevas perspectivas que se abrían ante mí, en parte como quien cierra los párpados para catar mejor un vino, aún sin decidirse si es bueno o corriente o simplemente tienes ganas y te sabe rico. Pero siempre arropada por el pequeño grupo de amigos en que nos movíamos.





Un día me dejó medio obnubilada y como flotando, cuando, mientras hablaba de sí mismo y de sus convicciones, decía, con su voz tan bien timbrada, algo parecido a esto:

- Cuando yo muera, quiero volver a la tierra, quiero fundirme con ella, lo mismo que decía Miguel en la elegía por la muerte de Ramón Sijé. Volver a la tierra, dormir para siempre en ella. Yo quiero que me entierren en el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro.

Creo que, en vivo y en directo, jamás había oído a hablar de una forma tan poética. Y se lo dije a mi amiga: Que me encantaba, que qué sensibilidad la de su hermano, que qué palabras tan bonitas: “En el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro”, me repetía una y otra vez.

Ella se lo pensó un poco, para no herirme. Pero luego contestó:

- Pero, mujer, eso es la letra de una canción. Mi madre la pone a menudo: “Yo quiero que a mí me entierren como a mis antepasados, en el vientre oscuro y fresco de una vasija de barro”. Es una canción andina.

Y, mientras yo intentaba recoger los pedazos del ídolo que se desmoronaba a mis pies, continuó con falso aire casual:

- Por cierto, a mi madre también le gusta la zarzuela. Y otra que pone mucho es ésa de: “He venido esta tarde al taller, y no sé a que vengo. Eso es muy alarmante. Eso no lo comprendo”.

Cantó, impostando la voz, ora como la de un hombre, ora como la de una mujer. Y se movió pizpireta, con los brazos en jarras y meciendo las caderas, como si fuera La Casta o La Susana.


(Luego conocí mucho mejor al hermano. Es un hombre genuino y auténtico, y más que apropiación indebida, fue un malentendido. Pero el temita zarzuelero tuvo un efecto permanente e irrevocable. Y desde entonces prefiero que me hablen en prosa… sobre todo si quien habla tiene esa voz llena de matices, de inflexiones, de sugerencias, esas voces que incitan al destape espiritual de tan inciertas consecuencias… Por seguir con el hermano, se enamoró profunda y apasionadamente de tres de nosotras (en orden sucesivo, no simultáneo). Mi apoteosis llegó cuando a raíz de un accidente pasé una temporada en el hospital. Al verme llena de negrales, esparadrapos y escayolas le salió la vena romántico-necrófila: "estás tan fragil y tan breve, ahí, en tu camita, que dan ganas de raptarte para protegerte siempre". Como hacía siempre, proclamó a los siete mares y a los cuatro vientos ese amor que le desbordaba, y a mí me daba unos turres de impresión asediándome a poemas, regalillos, etc. Como me dijo su novia, la alemana: "Ahora J. está muy enamorado de ti, y no habla de otra cosa que de tí. Trátale mal, que se le pase pronto.)

Y no sé a qué viene esto. Ni por qué se lo dedico a Unaexcusa. Como dice el proverbio, puede ser que yo no lo sepa, pero ella sí.

Foto de Stgohermoso! . http://www.flickr.com/photos/stgohermoso/396632476/

7 comentarios:

Regina dijo...

Me encanta la frase de la novia xDDD. Joe, qué bien se lo conocía.

¿No te sentías un poco presa sin poder escapar de las adulaciones? No sé, será porque a mí no me gustan nada de nada y me agobian, pero las personas como la que describes, demasiado poéticas, profundas y sentimentales me "molestan", llegan a saturarme mucho y me siento encerrado cuando estoy junto a ellas.

Anónimo dijo...

Mensaje recibido.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Tanto como "presa", no, Sagutxo, porque nunca lo estuve (él no lo pretendía, ni creo que yo lo hubiera consentido). Sólo un poco "turrada", sin más. ;)

(La novia le conocía y le conoce bien. Creo que nunca le trató mal. Y yo, tampoco. Cada una a su manera, ambas le queremos :))

Isabel Sira dijo...

También confundí canciones con frases propias de un hombre. Pero me lo tomé con risas, la verdad, porque lo descubrí solita y se lo dije a él, que ya le valía ;).
El caso es que me gustó el texto, la historia, lo que me lleva a pensar.

Luc, Tupp and Cool dijo...

¡Qué morrazo! Es para tomárselo a risas, la verdad. :)

Pensando en lo que decía Sagutxo, recordé lo que me contaron unas amigas: Un tío, que quería pegar la hebra con ellas, y les decía: "Yo soy Amador. El que ama". Aún les dura la risa.

Aparte: Veo con horror que en el blog se me han colado algunas "faltas" ortográficas, que no doy crédito. Acabo de quitar una, que aún me dan calorinas. Perdonen ustedes, que deben ser los nervios del estreno.

;)

Isabel Sira dijo...

Soy Amador, el que ama ja ja ja jajajaja, vamos, para no parar todavía de reír, ja ja ja

UnaExcusa dijo...

El anónimo no soy yo. Lo digo porque como me lo dedicas a mí, puede dar lugar a equívocos.
Me gusta el texto.
Y sí: sé mejor que tú lo que me atañe de él. xD
Gracias, cariño.