viernes, 23 de noviembre de 2007

LETRA Y MÚSICA

LETRA: Pues a petición de Sagutxo yo pensaba escanear una página de mi libreta de batalla, porque quiere conocer mi letra, sobre la que tiene una pre-idea o algo así. Qué pensará deducir la Sagutxo de la elevación de los trazos de mis “eles” y de la longitud de las jambas de mis “jotas”, es algo que ella conoce y yo no. Y cuál puede ser su pre-idea es algo que me intriga y me divierte y me inquieta a partes casi iguales.


Para mí esto de la grafología es algo parecido a aquel cuento de Les Luthiers, “TERESA Y EL OSO”, donde el narrador decía: “Los bajos instintos de la princesa se hicieron oír”, y sonaba un solo de saxo y contrabajo, que más bajo no se podía caer. En otros momentos aparecía otro personaje, “EL PAJARILLO AMARILLO”, y sonaban flautas, que levitabas de puro gozo espiritual. En todo caso, Sagutxito, yo quiero salir guapa, porque, si no, no vale.

Pero como está un poco ajada y chuchurría (mi agenda, no mi catadura moral), rallando lo casposo y mugriento, me ha dado un poco de apuro y he decidido no escanearla sin que vaya por delante una pequeña justificación. Y esa explicación es la que entra en el siguiente apartado de:

MÚSICA: La agenda está así por culpa de la música. No del cha-cha-chá, como decía aquella canción de “Gabinete Caligari”, sino nada más y nada menos, que de nuestro admirado J.S. Bach. Más en concreto, a su famosa “Pasión según San Mateo”.

Era un día frío, como tantos de Cordura. El concierto era en una de iglesia (barroca, en este caso) con pinturas alegóricas de ésas en las que el espíritu se eleva y se expande y flota entre tanta maravilla, pero donde la carne (flaca, al fin, y más bien dada al pecado y a la molicie que a la continencia) se encoge por efecto de la temperatura (harto a menudo más adecuada para conservar vinos o mojamas que para congregar fieles). Así que yo iba bien abrigadita, en un estilo que tanto podía recordar al “Doctor Zhivago” como a “Bailando con lobos”, que todo quisqui iba envuelto en su piel de búfalo. Quiero decir que llevaba un abrigo de piel vuelta (sintética, sintética, no nos abalancemos buscando in-consecuencias con mi declarada vocación ecologista), de un suave color de alce joven (para entendernos, del color beig de toda la vida), muy favorecedor.

Bueno, pues el asunto es que a mí me dio por llevar una botellita de agua para refrescar el gaznate, porque estaba un poco acatarrada y tenía las tragaderas como papel de lija. Y transidita por la emoción mientras oía el “Jesus bleibe meine Fraude”, empecé a notar cierto frío de ultratumba, que me hizo iniciar una maniobra de acercamiento hacia mi acompañante habitual, hábilmente esquivada con cierta mirada de reconvención por lo inadecuado de la situación y el lugar.

Más tarde, una sospechosa humedad en el costado y en la base de sustentación (que llamaré, por mantener el nivelazo cultureta de este post, el lugar donde la espalda pierde su dulce nombre), y un goteo que casi hacía glup-glup desde el banco hacia el suelo, me hizo evidente lo irremediable.

Mientras el esforzado coro fraseaba “Jesus bleibe meine Fraude/ meines Herzens Trost und Saft/ Jesus wehret allem Leide/ er is meines lebens Kraft/ meiner Augen Lust und sonne/ meiner Seele Schazt und Wonne/ darum lass ich Jesum nicht aus dem Herzen und Gexhicht”, y el órgano obligato contestaba con su melodía repetitiva, yo indagaba las dimensiones del desastre.

No sólo tenía el lateral de abrigo completamente mojado (y la parte posterior, por seguir con mi proverbial finura), sino que tenía el bolso inundado. El coro seguía trascendiendo de lo humano, y yo limpiaba con unos clines el móvil, la cartera, el mp3, el llavero, la agenda, y todas esas pequeñas menudencias que suelen llevarse en el bolso y que aquí no vamos a desglosar, más que nada por no desmitificar.

Se salvaron algunas cosas (p.e., la cartera apenas sufrió daños), pero otras quedaron fanés de por vida. El mp3, por ejemplo (menos mal que no era “de marca”), quedó p’a l’arrastre. Y mi agendita todo-terreno, también. Y el bolso, también hecho unos zorros.

Luego hubo que salir de allí, con la marca oscura en el costado y en toda la culera, que ponte tú a explicar que se te ha vertido una botella, con esa mancha sospechosa que parece indicar bien a las claras que sufres de incontinencia urinaria. Lo hice lo más rápido que pude e ignoré los avisos y chisteos que me hacían unos conocidos desde un pasillo lateral para que les acompañara a tomar una cerveza. Antes sorda, que meona.

De aquella debacle salvé dos cosas: La agenda arrugada, pero que no me apetecía tirar, y que yo uso como libreta, sin ajustarme a la fecha que marcan las páginas. Y el bolso, que al secarse quedó con la marca de hasta donde llegó el nivel de las aguas. Los uso, ambos, todavía, ya que a menudo hago mío lo único que me parece sensato de toda esa insensatez contagiosa que son las bodas anglosajonas: algo viejo, algo nuevo y algo azul. Y no me importa llevar algo viejo, si me gusta.

En el abrigo, no quedó mancha. Es lo bueno que tienen las cosas sintéticas: que sufren menos.

6 comentarios:

UnaExcusa dijo...

Ay, me encanta que me hayas procurado este rato de risa antes de mi examen...
Besos, amor.

Regina dijo...

O sea que al final me quedo sin ver el escaneo. Joeeeeeee. xDD Al menos me he reido un rato largo. A mí nunca me ha pasado algo así, pero sí que conozco casos.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Unaexcusa, mucha, mucha suerte, guapísima. :)

Sagutxo, que no, que ya lo pondré. Es sólo que iba poniéndoos en antecedentes. ;).

Kupe Karras dijo...

Qué conciertazo, a mi ya me han pasado cosas de esas, que soy una gafe.Queremos ver tu libreta!

Luc, Tupp and Cool dijo...

:) Tampoco hay que exagerar con lo de gafe, Kupe. En mi caso sucede que, como soy tan polifacética, pues tengo momentos rutilantes y sublimes, y otros (muchos menos) de "¡tierra, trágame!" ;)

Pero abundan los glamurosos, afirmo. :P

(Pensamiento: Si una no cree en sí misma, ¿cómo puede pretender que confíen los demas?).

Isabel Sira dijo...

Me has dejado intrigada con la libreta, ¿ande está? Y me he partido con la historia, de veras. A mí recientemente se me vació una bolsa de palomitas dulces en el bolso, fue menos escandaloso que lo tuyo, pero todo quedó pringadito ¡más bien!