jueves, 23 de octubre de 2008

La túnica del emperador

No es que yo sea una rousseaoniana irredenta. No. Sé la tela que corto y el suelo que piso. Pero flipo con el nivel de ensoberbecimiento y estupidez que puede llegar a alcanzar el Mandarín de turno, y con el grado de servilismo, en los límites del envilecimiento, de algunos de los que le rodean.

Los pelotas profesionales no cuentan, ni los trepas, que ya sabemos que alrededor de un poderoso, por mínimo que sea su poder, siempre hay una Corte de los Milagros dispuesta a todo, a mayor gloria del Mandarín y en legítimo beneficio de los pelotudos.

Tampoco cuenta, o cuenta poco, esa mayoría que se vuelve muda, sorda o ciega, según y cómo. ¿Qué culpa tienen ellos, pobrecitos, de estar mirando para otro lado justo en el momento en que dicen que cuentan que pasó no sé qué? ¿O de estar tan abstraídos en el trabajo que ni se enteraron de aquello que dicen que se dijo pero que no les consta? Y, claro, no constándoles, seamos serios, ¿cómo pueden alzar su voz en contra?


Lo que hoy me cuenta es que haya tantos que cultiven el correveidilismo y hasta la delación y la calumnia, por puro deporte. Con eso, no es que flipe, es que me quedo patidifusa.

He aquí a un hombre culto, afable, simpático y dispuesto siempre a ayudar, llamado A, compañero y amigo de otro hombre, llamado B, que pertenece a la misma organización pero a un área profesional distinta, por lo que no compiten entre sí. A toma café asiduamente con C, jefe de ambos y mandarín rín rín. ¿Qué razones tiene A para irle cotorreando a C todo lo que B ha dicho sobre él?

Allí tenemos a E, una mujer inteligente y preparada, con un futuro prometedor, que mantiene relaciones de amistad con una de sus subordinadas, F. En una de sus conversaciones, F. le confiesa a E que se siente algo discriminada por una decisión que ha tomado C, pero que prefiere no protestar porque espera que éste cambie pronto de opinión, como suele suceder. ¿Qué motivos tiene E para “dejar caer” esa confidencia en una reunión presidida por C, de modo que el mandarín, dios viviente donde los haya, monta en cólera y se la jura a la pobre F para una buena temporada?

¿Qué ganan y qué pierden A y E en esa transmisión de información, aparentemente inútil para ellos?, me pregunto. ¿Es un reflejo condicionado, porque otra gente ha hecho con ellos lo mismo y ya se han acostumbrado, o lo hacen por otros motivos? Cuestión filosófica o cuestión científica -simple balance de materia y energía-, ahí la dejo, por si alguien tiene la respuesta.

En fin, que yo no soy A, ni B, ni E ni F. Soy una X que pulula por ahí, procurando moverme por mi propio impulso, sin quedar atrapada en el orden alfabético que los atrapa a ellos. Pero eso no obsta para que –franchute que me siento hoy- reniegue del “buen salvajismo” del Jean-Jacques Rousseau y me sienta más cerca, aunque sólo sea por el título, de “La Náusea” de su semi-tocayo, Jean-Paul Sartre.

Y, para no dejar las cosas con ese sabor frío, pedante y gabachero, termino con el cuento que tanto me gustaba, ése de un niño clarividente e insobornable, que le gritó a un Mandarín, y de paso a toda la Corte aduladora y comulgante con ruedas de molino: “¡Majestad, estáis desnudo y con el culo al aire!

Para los que se hayan perdido, aquí dejo un esquema del trasiego informativo:

B --> A -->C
F-->E--> C

C = el Mandarín Rin Rin de Sable y Cornetín.
A, E = los correveidiles
B, F = los paganos

11 comentarios:

Unknown dijo...

Dios! que caos.

Los lametraserillos y correveidiles los hay por doquier y creo que al final son los que terminan por cargarse las relaciones laborales en busca de un beneficio que, para colmo, al final es dudoso que consigan.

Un besazo

P.D.: ¿tú eres de letras, no?

Unknown dijo...

Uf, no creas, casi todos los grupos humanos en el trabajo son así.

Luc, Tupp and Cool dijo...

:P Ricardo, pues te ha "fallao" el olfato, niño, que soy de ciencias y bien de ciencias. Aunque, ya, un poquillo descafeinada.

:) Si ya lo sé, Flac. Pero, a veces, da un poquillo de asco. No siempre, claro. Es que, si no... ¡apaga y vámonos!

Anónimo dijo...

Que digo yo...

Deberían mirarse lo de esas relaciones de amistad.

La amistad es otra cosa, carallo.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Viajera, cierto. Está claro que esta gente no sabe lo que es la amistad.

Pero, aunque no sean amigos, me parece fatal.

Stratego dijo...

Muy buen blog, le felicito. Tal vez le interese EL ARTE DE LA VENTAJA, libro virtual para descargar en

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Suntzu dijo...

Esos abundan en todos los trabajos. Simplemente, hay gente que no puede tener la boca cerrada.

Luc, Tupp and Cool dijo...

Carolus, gracias.

Suntzu, de acuerdo contigo. El pan nuestro de cada día...

Unknown dijo...

Con la época que llevo en el trabajo, ahora si que me viene bien este Post.

Otro besazo

Isabel Sira dijo...

Difíciles relaciones sí. Yo prefiero siempre mantener el silencio y, por eso, la gente confía en contarme sus cosas. A lo mejor había intereses ocultos, a lo mejor pensaron que ayudarían al decirlo...

Luc, Tupp and Cool dijo...

Ricardo, si la época la vives en carne propia, lo siento por ti, amigo mío. Y, si no, también, porque esos ambientes terminan siendo irrespirables. Lo mejor es pasar... Como dicen por nuestra tierra: "Si dicen, que dizan. En no fuéndolo...". Besos :)

Arwen, yo también prefiero callar lo que me cuentan otros o lo que conozco por mí misma. No tanto por amistad o compañerismo, ni siquiera por ética. Creo que es más bien una cuestión estética.
¿Por qué se "chivatea"? Hay gente torpe, que descubre sin malicia. Otros, por un minuto de gloria son capaces de vender a su madre. En otros casos, son las 30 monedas que los "acusicas" esperan recibir por sus buenos servicios. Besos. :)