domingo, 18 de enero de 2009

Castigada



Me han castigado en la biblioteca pública a estar casi dos meses sin poder sacar libros. Una trayectoria sin tacha y me veo así, proscrita.

Mi falta es haber devuelto con retraso tres libros bastante gordos. No sé si, en caso de ser delgados, la sanción sería menor. Como los devolví espontáneamente, antes de que me conminaran para hacerlo, me han aplicado algún atenuante. Pero no han considerado el hecho cierto de que los textos eran un truñazo y que, además, estaban profusamente subrayados, con lo que se hizo muy difícil la lectura. Tampoco han querido saber nada sobre que tuviera que leerlos por obligación, con lo que es plausible que mi voluntad no estuviera perfectamente conformada. Vi tan inabordable al bibliotecario que ni siquiera alegué lo de la amnesia temporal, o lo de que no me fijé en que no los había devuelto porque quedaron semiocultos bajo otros libros que me regalaron en Navidad...


El viernes pasé por delante del edificio que alberga la biblioteca y crucé el antiguo atrio de arcos renacentistas, al que se abren ventanas por las que asoman cientos de libros. Me sentí como delante de un escaparate en el que se expusieran mercancías inalcanzables.

Dura lex, sed lex.

5 comentarios:

Suntzu dijo...

¡Oyoyoyoyoiii! Con antecedentes ya. ¿No te da vergúenza? Jajaja... No te preocupes, dos meses pasan rapidito.
Ánimo.

Los viajes que no hice dijo...

Comprendo ese sentimiento. Por eso dejé de ir a la biblioteca pública, siempre pendiente de devolver los libros (soy muy anárquica para las obligaciones)...

Ay, ya pasará.

(¿Qué libros te regalaron por Reyes?)

Regina dijo...

¡Ja! Eso es más merecido que que no te dejen sacar un libro a pesar de que tengan tu ficha en los archivos. Lo de la biblioteca pública tiene eso: que te castigan. Yo tiro más hacia lo que dice la viajera, tampoco me llevo muy bien con esas normas.

Luc, Tupp and Cool dijo...

:¿ Sí, Suntzu. Marcaíta, p’a los restos. Toda la vida intentando no romper ni un plato, y mira tú por dónde me ha salido este asunto de tener ese “vicio” lamentable.

Viajera: Las damas de Hitchcock (Donald Spoto), que ya me he leído, y escribí una entrada para el blog con una de sus anécdotas, a ver si la publico. El mundo según Monsanto, de la dioxina a los OGM, de Marie Monique Robin. Eres bella y brutal (:P), de Rebeca Tabales, de la cual sólo sé lo que pone en la contraportada. Paraíso inhabitado, de Ana María Matute. Antes del Incal, cómic de Alejandro Jodorowsky (pero “remasterizado”, que mola menos). La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson. El museo del Prado y el arte contemporáneo, de varios. “El Corán, la biblia mahometana”, facsímil de la primera versión española. “anotada y comentada por los más distinguidos comentadores del Corán”, por el autor de “historia de Suiza y de otras obras históricas ó científicas, edición adornada con láminas del reputado artista Sr. Puiggarl”. La original era de Barcelona, 1872. Esta es de Valladolid 2005, las hojas cortan como cuchillas y la tipografía es imposible. Si por lo menos lo hubieran editado en papel biblia… :P

Random, sí, señora, justo-justo del todo. Yo aún diría más: Justo y necesario. Algo tienen que hacer para que devolvamos los libros. No quiero pasar de las bibliotecas. Me vienen bien para muchas cosas. Además, me relajan un montón. Si tienes un cabreo sordo, y quieres que sea sordomudo, date una vueltita por una biblioteca, lee algunos párrafos, mira algunas láminas, enreda un poco. Mano de santo. No hay mejor terapia. :)

Unknown dijo...

¿y no te han puesto orden de alejamiento? no sé donde vamos a llegar.

Un besote Luc

Despistáeres