Siempre me ha gustado el Bolero de Ravel. Me parece una música muy sensual, turbadora, incluso. Terminas envuelta en algo que ya no es sólo sonido: es tacto, como si la piel buscara vibrar con las notas y los instrumentos, como si la sangre circulara más lenta y se fuera concentrando toda en el mismo sitio, como si poco a poco se fuera reteniendo el aliento, se quedara en suspenso, hasta alcanzar el climax al mismo tiempo que la melodía se va elevando, para resolverse en ese gran estallido final.
Hoy han puesto varias versiones y microversiones del Bolero de Ravel en “Musica sobre la Marcha”. Unas más clásicas, otras más populares o festivas. Justo cuando llegaba a casa, empezaban a poner la de Benny Goodman. Un “Bolero” con swing que invita a mover el cuerpo y los pies para seguir el ritmo.
Me encontré bailando, suavemente al principio, desaforadamente, después. Veía mis evoluciones a través de las lunas del armario de la pared y me gustaba lo que veía. Me sentí bien, fuerte, flexible, con sentido del ritmo, disfrutando del baile, desinhibida… Abajo, me esperaban para comer, porque ya eran las 3,30 de la tarde. Cuando terminó el tema, bajé muy formalita, sin comentar el asunto. Fueron sólo dos o tres minutos. Quedé nueva.
P.D.
No era así como yo la bailaba, claro está. Pero os dejo una versión que marcó un hito. Coreografía de Maurice Bèjart. Primer bailarín, Jorge Donn. En el film "Les uns et les autres", de Claude Lelouch.
martes, 1 de diciembre de 2009
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4 comentarios:
Yo pensaba que te había comentado aquí.
Qué envidia. Yo quiero desinhibirme también. Pero siempre me veo ridícula, así que nunca me desinhibo...
(Por cierto, no tiene nada que ver con esto, pero hice mi primer pan el otro día).
¡Enhorabuena por ese primer pan! ¿Salió rico?
:)
A ver...
El primero salió rico, pero sin levadura. Le eché levadura de repostería, que no vale para el pan, así que no subió. Eso sí: sabía a pan, así que no lo considero un fallo.
Los segundos (eran seis) salieron ricos, blancos, con corteza crujiente y miga blanca rica... pero con una forma horrenda. Luego me he comprado un libro de panes y dice que lo de la forma se consigue con AÑOS de práctica. Pero como yo pienso seguir practicando, pues no pasa nada. Ya me he comprado moldes y banetones.
El tercero salió muchísimo mejor. Era un pan integral con un ligero sabor dulce (le pondré la próxima vez menos azúcar de la que dice la receta) y con una miga densa densa. Tostado está riquísimo. Lo repartí. Le di un trozo a una amiga y le gustó.
No están como los de las panaderías, que tienen impulsores químicos y más fermentos, además de condiciones de temperatura idénticas siempre. Para elaborar una masa madre en condiciones, primero hay que tener las cosas a una temperatura de 35-40 grados y luego a una de 20 a 25, así que no sé cómo lo haré. Creo que lo haré en mi casa en verano y me la llevaré a un sitio con aire acondicionado durante los dos días que tarda aquello en fermentar... Así que iré haciendo cosas y ya te contaré...
Eso sí: he hecho polvorones y no me salen.
A cocinar se aprende, ¿no?
:) Yo creo que sí, que a cocinar se aprende. Por eso sigo insistiendo... a pesar de los pesares.
Eso de la compra de los utensilios me recordó esta canción de Victor Jara.
Y ya, de paso, edito la entrada para colgar el Bolero de Ravel.
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