También yo, como Arwen, tuve el viernes un ataque de risa por algo que pasó en el trabajo.
Fue así: Yo estaba en el antedespacho del "Mandamás Más Más", charlando un ratillo con la chica que trabaja allí. De pronto, vimos entrar por la puerta a Su Excelencia, Don Atlante, cual titán bigotudo y bronceado.
A mí me sorprendió, porque desde que estoy en ese edificio nunca lo había visto por allí. La otra se quedó de piedra y se levantó como un resorte para recibirle.
- Buenos días - dijo él con determinación, como hombre que sabe lo que hay que hacer y va dispuesto a hacerlo.
Se dirigió directamente hacia una pared situada tras de mí, preguntándome, al pasar:
- ¿Qué hay, L.T.@C? ¿Te tratan bien aquí?
No tuve tiempo de contestar, antes de ver cómo abría la puerta de un armario empotrado y se metía dentro, diciendo con autoridad:
- José Miguel, luego no digas que…
Al volverse, su cara era un poema, confusa y desencajada, la seguridad de cemento armado por los suelos.
Logré mantener la compostura, poniendo mi “expresión impenetrable", mientras escuchaba a la otra, que decía:
- No, no. Ése es el cuartito de los abrigos. José Miguel está por aquí.
El mentado, hombre de rápidos reflejos, cual perro de Pavlov, había reconocido la voz de su amo y salió escopetado del despacho para recibirle.
Hice mutis por el foro y corrí a los servicios, para soltar la carcajada. Tras de mí, siguiéndome los pasos, vino la otra “testiga”. Qué jartá, pero que jartá de reír.
Moraleja cervantina: los oficios y cargos graves, o adoban o entorpecen los entendimientos.
sábado, 6 de septiembre de 2008
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6 comentarios:
Jajaja jajajaja jajaja. Uff, lo tuyo es mucho mejor que lo mío, jajaja jajaja. Me imagino la cara de las dos al ver que se dirigía al armario, la cara de las dos al ver que se dirigía al armario para hablarle, la cara de él al comprobar que se había equivocado y tenía testigos jajaja jajaja jajaja. Muy muy muy bueno jajaja jajaja.
Maravilloso.
Estoy como Arwen. Carcajada limpia, desde que lo leí.
Y además, qué bien narras, hija, y lo mal que narro yo estas cosas...
Jajajajaja...¡Qué bueno!
Y contado con mucha gracia, la verdad.
Genial LT&C. He llorado imaginándoos a las dos en el baño dobladas por la cintura y con lágrimas en los pizpiretos ojos, y al Mandamás más más engurruñado hacia menos menos, dentro del armario.
Hola. Menos mal que no tuvisteis mucho problema en desembuchar el ataque de risa justo en el cuarto de baño. Lugar privado e intimo, sagrado para esas cosas inconfesables. Je,je.
Si no hubierais podido aguantar y se os despachurra una carcajada y el consiguiente ataque de risa allí, in situ, no se si a estas horas podriais estar engrosando las listas de parados de la Comunidad Europea. Un despido por causas tecnológicas más. Suerte habeis tenido pa poder contarlo y conservar ese empleo. Un saludo.
:) Arwen, terminé con agujetas en la cara, de tanto reírme. Creo que me ha curado de malos rollos para un mes, por lo menos.
Viajera, y todavía más risa, porque el tipo es una de las fuerzas vivas de Cordura... Mandarín rin rin. Tú narras bien lo que se te ponga por delante, niña.
Suntzu, gracias. La gracia la tuvo la situación, más que nada. Como las de Buster Keaton.
Mamen, se quedó bien mortificado, sí. Todavía lloramos de la risa al recordarlo.
Jake, lo del servicio fue de traca. Allí la dos, sin poder hablar porque las risas no nos dejaba, abriendo y cerrando las puertas para contar las cosas por gestos...
:D :D ¡Ay! ¡Si no fuera por estos ratitos!
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