miércoles, 30 de diciembre de 2009

Navidad


Costa de Liencres. "Urros" al fondo. Derecha, playa de Portia.


De oca a oca y tiro porque me toca. Navidad: Subir a Cantabria, bajar a Cáceres, o viceversa, para estar con la familia. Una oportunidad para reunirnos todos que no se presenta en otras épocas del año.

Cuelgo tres fotos, tomadas en días sucesivos, de esta transhumancia. Las tres pueden ampliarse, pinchando en ellas.


:) A todos, feliz año nuevo.



Helada salmantina. No demasiado intensa.


Cáceres. Al fondo, se ve "La Montaña". Si ampliáis, veréis el camino que sube a la ermita, situada en lo más alto.

martes, 1 de diciembre de 2009

El Bolero de Ravel

Siempre me ha gustado el Bolero de Ravel. Me parece una música muy sensual, turbadora, incluso. Terminas envuelta en algo que ya no es sólo sonido: es tacto, como si la piel buscara vibrar con las notas y los instrumentos, como si la sangre circulara más lenta y se fuera concentrando toda en el mismo sitio, como si poco a poco se fuera reteniendo el aliento, se quedara en suspenso, hasta alcanzar el climax al mismo tiempo que la melodía se va elevando, para resolverse en ese gran estallido final.

Hoy han puesto varias versiones y microversiones del Bolero de Ravel en “Musica sobre la Marcha”. Unas más clásicas, otras más populares o festivas. Justo cuando llegaba a casa, empezaban a poner la de Benny Goodman. Un “Bolero” con swing que invita a mover el cuerpo y los pies para seguir el ritmo.

Me encontré bailando, suavemente al principio, desaforadamente, después. Veía mis evoluciones a través de las lunas del armario de la pared y me gustaba lo que veía. Me sentí bien, fuerte, flexible, con sentido del ritmo, disfrutando del baile, desinhibida… Abajo, me esperaban para comer, porque ya eran las 3,30 de la tarde. Cuando terminó el tema, bajé muy formalita, sin comentar el asunto. Fueron sólo dos o tres minutos. Quedé nueva.

P.D.
No era así como yo la bailaba, claro está. Pero os dejo una versión que marcó un hito. Coreografía de Maurice Bèjart. Primer bailarín, Jorge Donn. En el film "Les uns et les autres", de Claude Lelouch.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Y a mí quién me rescata?

Yo hace tiempo que estoy secuestrada, tan secuestrada que bordeo los límites de la abducción. Me siento confinada en mis cuatro paredes (casi, en mi almario) por un gobierno que gobierna a golpe de encuesta, por una oposición que se apunta a un bombardeo con tal de sacar tajada, por unos empresarios que gozan de beneficios privativos pero socializan las pérdidas, por unos medios de comunicación cada vez más amarillentos… Sobre todo, me siento secuestrada por esa ola de papanatismo vociferante y exigente (y, paradójicamente, cómplice e interesado) que reclama solución expeditiva a algunos problemas puntuales, aunque hace la vista gorda ante problemas más acucientes (a veces, igual de trágicos), problemas de fondo, del día a día: mes tras mes, año tras año, toda una vida, y en muchas vidas.

(Hablo del Alakrana, sí. Pero no sólo.)

martes, 17 de noviembre de 2009

La vuelta al curro

Se acabó lo que se daba. Después de cuatro semanas de baja, mañana vuelvo al curro. He de reconocer que los últimos quince días han sido bastante agradables: levantarse a eso de las ocho y media, desayunar tranquilamente un capuccino estupendo -tengo una cafetera que los hace muy bien-, ducharse sin prisa, ir a rehabilitación, volver a casa a eso de las doce y media... Una vida ociosa, de rentista, de "dolce far niente", entretenida estudiando inglés, repasando música, leyendo acá y allá, viendo películas, hablando... Me gusta estar en casa, si es así.

Pero todo tiene un límite y esta mañana he pedido que me den el alta y he declinado la oferta del médico, de dejarlo para el lunes próximo ya que hasta el viernes no termino la rehabilitación.

Antes o después, hay que volver. Mejor hacerlo ya. Me esperan dos semanas de permanente irritación (el "síndrome de la vuelta al curro"). Meses de estar continuamente con la sensáción de no haber dormido lo suficiente. Y los sentimientos encontrados que provocan los trabajos y los compañeros, y sus diferentes fases. A ratos, estimulante; a ratos, aburrida; a ratos, odiosa.

¿Del esguince? Pues estoy todo lo bien que se puede estar a estas alturas. Ya sé yo que esto me estará dando la lata durante uno o dos meses más. Y también que hay un momento en que hay que empezar a moverse, porque se pierde más parada que en movimiento.

Esta mañana, el pie funcionaba bien; con el consabido dolor, pero bien. A medio día, con el alta ya firmada, tuve otra pequeña torcedura, en mi casa y en zapatillas: si hubiera llevado zapatos, no hubiera pasado. Es decir, que ya es mejor salir que quedarse.

¡Tengan cuidado ahí fuera!

sábado, 7 de noviembre de 2009

Punto de vista


Barrio Antiguo de Cáceres. Esta foto ilustraba la página de Octubre del calendario de Caja Duero que tengo en la cocina. Está tomada desde arriba, creando una perspectiva inédita para mí, acostumbrada a verla siempre desde abajo.

Durante todo el mes de octubre la he mirado de reojo,preguntándome desde dónde se ha tomado. Al principio pensé que desde la torre de los Golfines, pero ahora creo más probable que se hiciera desde el campanario de Santa María. Se admiten sugerencias.

En la imagen del calendario, la iglesia de la "Preciosa Sangre”, la de la fachada encalada, parece que está en el plano más bajo del terreno. En realidad, está a mitad de cota y a sus pies se abre, como trazada con plomada, la Plaza de San Jorge. La "Preciosa Sangre" es un edificio funámbulo que hace equilibrios sobre una cornisa.



Por estas calles he volado yo de chica, cuando más que correr levitaba cuesta abajo en zancadas ya imposibles. Recuerdo el vacío en el estómago cada vez que aprovechaba los escalones de la calle Compañía para impulsarme y saltar aún más lejos. Era mejor que los cacharros de la feria.

Pero ahora estábamos hablando de puntos de vista. Ya habrá tiempo para decir cuánto y por qué extraño yo tanto ese barrio.


Foto superior: Calendario 2009. Mes de Octubre. Caja Duero. (no consta autor). La luz es imponente.
Foto inferior: Una de las primeras que hice con la Coolpix, en las navidades 2008. El cielo, de pena.
No caben las comparaciones entre ambas, más allá del punto de vista.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Pata quebrada y en casa

No tanto como quebrada, que sólo está magullada. Un esguince traicionero al bajar un bordillo y aquí estoy, con la pata en alto hasta que baje la hinchazón.

La semana pasada me tomé los últimos días de vacaciones que me quedaban. Estuve pateando por el Lago de Sanabria, que estaba acogedor y solitario y con los robles aún de color verde cómo si el otoño estuviera muy lejano. Fui a Madrid a darme un garbeo por la capital a ver si se me quita un poco la pátina provinciana de Cordura. Y luego a Cáceres, siempre acabo yendo a Cáceres. Y allí fue, al ir a subir al coche para volver a Castilla, en un bordillo-trampa de la Avenida de la Montaña (bordillos de juzgado de guardia, todo hay que decirlo: enormes y prácticamente pegados a unos alcorques muy aparatosos que parecen cepos para peatones despistados, como es mi caso). La cosa no fue a mayores porque pasé por la casa de mi hermana y me aplicaron los primeros auxilios (hielo, antinflamatorios, venda elástica). Así y todo, como se trata de un esguince recalcitrante que ya me ha dado más problemas, la baja es por quince días. No sé si aguantaré.

Esto de los esguinces empieza a preocuparme. Aparecen cuando más descuidada estoy, claro, porque cuando voy campo a través suelo ir bien preparada, con buen calzado, bastón de marcha y, si la cosa es de mucho subir y bajar entre peñascos, incluso llevo tobillera. No es sólo por la lesión en sí misma, es que me dan miedo otras consecuencias. El otro día, por ejemplo, por poco me rompo un brazo o una costilla en las hileras de granito del cepo-trampa de la avenida de la Montaña.

El retiro forzoso me viene fatal. La semana próxima tenía algunas cosas de cierta importancia en el curro (valoro si acercarme una o dos horas diarias, aún estando de baja, ya veré cuando llegue el momento). Luego está el inglés, que este año me he apuntado a la EOI y no me apetece perder clases. Y la música, que los ensayos están ya en marcha y la tertulia de después, con vinos y pinchos incluidos, siempre es de lo más gratificante.

Pero lo que más me fastidia, la verdad, es que durante una temporada no podré hacer esas marchas que tanto me gustan. Justo el próximo sábado tenía previsto ir con la gente del coro a las sierras de Ávila y de paso visitar un castro romano con un guía de lujo. Por otra parte, y en plan más íntimo, el Cautivo y yo teníamos pensado volver otra vez a la zona de Sanabria, esta vez más hacia la zona portuguesa, y aprovechar lo que queda de otoño para ir a las zonas fronterizas entre Extremadura y Castilla…

Pero, en fin, aquí estoy, la pata quebrada y en casa.

domingo, 4 de octubre de 2009

Mercedes



Me gusta todo lo que canta ella. Desde el gracias a la vida de Violeta Parra a "un vestido y un amor" de Fito Páez. Me gusta su voz poderosa, con ese registro tan amplio, esa manera de frasear, hasta esa manera de hacer las las uves y las vocales. Pero las que siento más mías son dos: el duerme negrito y ésta, Alfonsina y el Mar. Las dos las aprendí de memoria hace ya mucho tiempo y las dos forman parte de mi educación sentimental. Qué digo de mi educación, de mi acervo sentimental. Estarán siempre dentro de mí, mientras me quede una brizna de entendimiento. Adios, Mercedes.

domingo, 27 de septiembre de 2009

ECHARSE AL MONTE




Eso es lo que hice ayer, irme p’al monte. A pesar del calor que se esperaba, a pesar de que tenía -tengo- la garganta hecha unos zorros, me fui p’al monte. No hay mejor remedio para el mal rollete que había acumulado durante la semana.

Unos ocho o diez kilómetros por la ruta amarilla de Monfragüe, algunas fotos rápidas, dos o tres lugares de umbría (la fuente del Alisal o la de los Tres Caños, por ejemplo), casi todo llano con alguna pendiente suavecita, el Tiétar… La única dificultad, el sol de plano en la mayor parte del camino…

El esfuerzo tuvo su recompensa porque me encontré un cervatillo entre los matorrales de una ladera. Se escondió enseguida, asustado del ruido de mis pasos. Después vimos a una hembra con su cría, que se alejaron en cuanto nos oyeron llegar.

Y luego estuvo mi portesgeist particular. Mientras caminábamos por un espacio descubierto y hacía un sol radiante, durante un buen trecho me cayeron gotas fresquitas desde el cielo. Gotas gruesas, como de lluvia de verano. Pocas y espaciadas, eso sí. No tendría misterio, de no ser porque al Cautivo, que caminaba delante o detrás, no le caía nada. Ni me creía cuando se lo decía, hasta que vio por sí mismo las pequeñas marcas de humedad en mi camiseta, y cómo se me estampaba una gota enorme en el antebrazo y otra en la mano. Je je je. Igual fue por la electronegatividad que había estado acumulando durante toda la semana, que descargó de pronto, atrayendo hacia mí esas gotitas, como un regalo.

Foto propia: Fuente del Alisar. Monfragüe. Coolpix. P6000. F/4.7, 1/29 seg. ISO 64.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

TOLEDO



¡Qué fresquita estaba el agua de esta piscina, con el calor que hacía el domingo pasado en tierras toledanas! Y qué aires tan claros al día siguiente, cuando desayunábamos en la terraza renacentista, con Gredos al fondo y los inmensos campos amarillos rodeándolo todo.

Y Toledo, tan distinta a como la recordaba, pero tan bella. El increíble juego de líneas: curvas en el Tajo y en los portones, oblicuas en las murallas y en las calles que se suceden desde la base hasta la cumbre de la colina, horizontales en las amplias fachadas, quebradas en las torres, verticales en los callejones estrechos, tan estrechos que a veces los balcones parecen fundirse con los de la casa de enfrente y se diría que entre ambos no cabe un alfiler. La viva sucesión de planos de una ciudad laberíntica de topografía imposible.




Hay una cosa en la que al menos coinciden recuerdo y realidad : La Puerta de la Bisagra. Ni siquiera el Zocodover es igual en mi memoria, porque yo lo recordaba cuadrangular y resulta que es un rombo algo desquiciado, con dos lados tan chiquitos que, más que dos, parecen ser uno solo, y el rombo tira a triángulo descaradamente.. La plaza es como una cometa tendida al sol en lo más alto de la ciudad.


Dice mi cautivo que la memoria es así , falsa como la falsa monéa. Pero yo creo que es que siempre se hacen dos viajes, el de dentro y el de fuera, y que aquel otro viaje, el que hicimos una amiga y yo cuando estábamos en segundo de carrera un frío y lluvioso invierno, pocas pelas y poco más que varios libros como equipaje, fue un viaje hacia dentro, aunque yo siempre haya creído que fue hacia fuera. Ya le preguntaré a ella la próxima vez que la vea.

Fotografías: Piscina del Parador de Oropesa.
Puerta de la Bisagra.

Autora: Yo misma, con la Coolpix "to terreno".

domingo, 9 de agosto de 2009

Puerto




Confieso que me gustan estos días medio grises. Bahía de Santander. Goleta y grúa de piedra.


Foto: Propia. Nikon Coolpix p6000. 12.3 mm. F/6.5. v 1/434s. ISO 64

miércoles, 22 de julio de 2009

París



París. El pequeño hotel frente al Louvre fue todo un acierto: habitación amplia y luminosa con balcones hacia el Palais Royal, a un paso de todo. Un espacio agradable al que era posible acercarse casi en cualquier momento para reponer fuerzas antes de salir nuevamente a la calle. Un lugar que facilitaba el descanso, el juego y el encuentro a la luz de la tarde.

Torre Eiffel, Notre Dame (mogollón de escalones y la aviación surcando el cielo por el Desfile del 14 de julio), Arco del Triunfo, Sacre Coeur (funicular), Palais d’Orsay, Saint Chapelle, Cluny, el péndulo de Foucault, Sena, quais, jardines, boulevards. La ciudad trazada por el Barón Haussmann.

Y Louvre, Louvre, Louvre, al que fuimos varias veces y cuyos patios cruzábamos a menudo para ir a otros sitios. El Louvre no es el Prado ni el Museo Británico, pero es El Louvre y están la Gioconda y la Venus de Milo. Lástima que tuvieran cerradas las salas dedicadas al Egipto-Copto. ¿Será que hay que volver de nuevo a El Cairo? Tampoco encontré a Artemisia Gentileschi, aunque sí a su padre, Orozio.

Me quedo con tres recuerdos: La terraza de la calle Mouffetard, en el Barrio Latino. Los tapices de la Dama y el Unicornio en Cluny. La hora mágica de las tardes de hotel, fénix muriendo y renaciendo en el tiempo suspendido, petit morte antigua y misteriosa, siempre nueva.

Fotografía: Propia. (París, 15 julio 2009. 21:43 horas. Coolpix P6000. F/3.5. v 1/66.2s).

domingo, 28 de junio de 2009

Momentos para ser feliz






Cuando los ríos son de color rosa al sol poniente,
y un tibio escalofrío recorre los campos de trigo,
el consejo de ser feliz parece salir de las cosas
y subir hasta el corazón turbado.

Un consejo de gustar del encanto de estar en el mundo,
mientras que se es joven y la tarde es bella,
porque nos iremos como se va esta onda,
ella al mar, nosotros a la tumba.



Dejarse flotar en las sensaciones de lo que te rodea, respirando acompasadamente hasta perderte tras la luz rojiza que vislumbras a través de los párpados cerrados, sintiendo los olores de las cosas, sus sonidos, la tibieza del aire que roza las mejillas, quiza la de un cuerpo tendido junto al tuyo. Eso me recuerda el cuadro de Leighton.

La música se parece a otra, sin notas, que me nace a veces, no siempre, cuando algo muy intenso me invade los sentidos, el tacto, el olor, el color, el calor, la luz o el sonido de un paisaje, de una obra, de un cuerpo. El pequeño reducto, el latido cuando la mente se abandona y se deja ir, disfrutando del momento.


El cuadro se titula “Sol ardiente de junio”, de Frederick Leighton. La canción se llama “Beau soir”, de Claude Debussy, con letra de Paul Bourget. La voz es la de Elly Ameling.

La asociación de esta pintura con esta música la hizo Fernando Palacios, en su programa radiofónico “Musica sobre la Marcha”, que sigo cada vez que puedo. Un cuadro, un poema, una melodía, una voz...

“Música sobre la Marcha”. 15:00 horas. Radio 1 y Radio Clásica de Radio Nacional. Para los que no podáis seguirlo en directo, encontraréis podcast aquí: http://www.rtve.es/podcast/SMUSOBM.xml.

jueves, 11 de junio de 2009

Lectora distraída



Así se llama este cuadro de Matisse, "Lectora distraída". Nosotros lo titulamos "El extraño caso de la lectora distraída", como si de una novela de Stanley Gardner se tratara.

Me encantó el nombre, tal vez porque define algo de lo que es mi situación últimamente, que apenas estoy leyendo nada que no sea estrictamente profesional -de eso, leo mucho- y algo -poco- de poesía. Recuperaré en verano, supongo. Ahora es tiempo de andar por ahí, de mirar, de charlar, de fotografiar...

Ayer estuve en Madrid e hice doblete: Por la mañana, la exposición de Sorolla en el Prado y por la tarde la de Matisse en el Thyssen. En el medio, cañas, tapas y canapes en "La Dolores", detrás del Ritz.

Antes he estado unos días por el Sur, correteando por Cádiz y provincia, recorriendo las calles, reptando por campanarios, paseando las playas de arena, escalando las callejuelas de Vergel, Arcos, Medina, Olvera, o cruzando las sierras de Grazalema. Queda el propósito de volver a Vergel y pasar unas semanas en una de sus maravillosas casas blancas con patio lleno de flores, algún año de estos. Y de ir a Grazalema con más tiempo, para poder adentrarnos en el Parque Natural y hacer alguna marcha; eso será más pronto, espero.

¡Y qué buen pescaíto, señores! Sin desmerecer de carnes, guisos, postres, dulces... De todo he dado buena cuenta. Excepto de los caracoles, con esos sí que no he podido. Menos mal que luego lo quemo todo (o casi todo, espero), porque, si no, aviados estábamos.

jueves, 28 de mayo de 2009

Mayo: Cáceres




Y luego Cáceres y una escapada de apenas media hora por el Barrio Antiguo. Me sorprendió esta casa, extramuros de la ciudad, cercana al Arco del Cristo. No recuerdo haberla visto antes. Me gustó la fachada blanca, la línea del tejado, las chimeneas, el contraste con la tapia vecina y las almenas que asoman tras el lienzo de mampostería.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Mayo: Gredos



La "Chorrera del Lanchón". El agua de nieve se despeña potente desde la mole granítica situada en lo alto. Más arriba aún, está la cumbre blanca. Y veinte personas de diversas edades hicieron bueno aquel dicho: "lo mejor, la compañía" (y algunas tortillas, añado).

En el camino, vegetación de todo tipo, sobre todo, robles. El agua discurre paralela a la senda, frecuentemente inundándola. A ratos, para no mojarnos, hay que botar de piedra en piedra en las zonas más rocosas y hasta dar buenos saltos en las más blandas, cuando el arroyo se hunde en la tierra de los prados y se hace más ancho y profundo. Me encanta poder hacerlo: no olvido aquella temporada de bastón, tras la rotura de una rodilla y las secuelas del "tratamiento" de un traumatólogo desidioso.



Tras el esfuerzo, el descanso en esta especie de "playa" granítica, de grandes piedras planas, mucho más extensas de lo que aparecen en la foto. Por una de esas superficies, como por un espejo, se deslizaba mansamente el agua de la sierra. El sonido, la luz, el olor, el calor de la piedra tibia en mi espalda...


(Recomendación: observar las figurillas humanas, en la parte inferior derecha de la primera foto, para ver las proporciones de la sierra).

martes, 26 de mayo de 2009

Mayo: Montes Torozos

Antes de que termine el mes, anoto en mi bitacora tres escapadas:



La foto está tomada en Peñaflor de Armijo, el Puente de Mayo. Cuatro días, ocho amigos y un territorio que recorrer: el de los Montes Torozos. Páramos, llanuras inmensas, castillos, iglesias de todo tipo (las mozárabes de Wamba y San Cebrián, lo mejor), calles porticadas, pequeños cafés con dulces exquisitos, libros, buenísima carne castellana, vinos de Toro y de Ribera, y la convivencia en una casa rural con amigos muy cercanos, aunque distantes geográficamente la mayor parte del año.



A destacar, el trayecto en barcaza de paletas aguas arriba del Canal de Castilla, desde Medina hasta la primera esclusa. He conducido muchas veces paralela al Canal, yendo y viniendo de Cantabria, y siempre he deseado navegar por alli o, por lo menos, pasear por el camino de sirga que hay en las orillas. Ha sido un recorrido corto, pero todo es empezar, porque pienso volver.

Una grata sorpresa fue el señor que surgió de las sombras en la iglesia de Wamba y se ofreció a enseñárnosla. Resultó ser un cura cultísimo, profesor de arte en la U. de Valladolid, que tenía llaves de todo y nos lo enseñó de cabo a rabo. Aunque he de decir que me cogió desprevenida cuando abrió una de las puertas y nos introdujo en un osario impresionante. Al principio me pareció normal estar allí rodeada de cráneos, húmeros y fémures perfectamente ordenados. Pero a la segunda foto, que los miré más detenidamente por el visor de la cámara, reconozco que empecé a sentirme bastante intimidada y hasta mareada. Concha, exagerada como buena cacereña, aseguró que ella no sólo les había visto los huesos, sino las caras, los ojos, las bocas... Menos mal que lo dijo cuando ya habíamos salido, que, si no, echo allí la primera papilla.


Y un susto: el que me dí cuando vi que había olvidado el bolso en un lugar ignorado, probablemente en una colegiata que acabábamos de visitar y que ya estaba cerrada. Hubo que buscar al encargado para que nos abriera la puerta y, menos mal, estaba allí. No hubiera sido tanto disgusto, si no fuera porque yo tenía uno de mis "brotes de despiste" y estaba desesperada. Unos tienen alergia, otros reúma, yo tengo despistes por temporada. El de esa semana fue especialmente virulento: Perdí el móvil, las llaves del coche, los billetes usados de un viaje que había hecho por motivo laborales y que tenía que presentar para el reembolso y varias cosas más que ahora no recuerdo. Normalmente, encuentro todo lo perdido, porque no son pérdidas reales sino que olvido dónde he puesto las cosas y tengo que empezar a reconstruir todos mis actos, en plan detectivesco, para encontrarlas. Es de lo más fatigoso. Sé que no es un principio de alzheimer, porque lo sufro desde que tenía diez o doce años: aún recuerdo aquella vez que perdí los platos cuando los llevaba de la cocina al salón para poner la mesa. Afortunadamente, los olvidos y despistes no afectan al ámbito profesional, sólo al doméstico o al privado.
:)

domingo, 26 de abril de 2009

Asphodelus




¿A que Asphodelus parece el nombre de un personaje de la antigüedad? No sé, un general, un rey, un filósofo, un abad, un historiador, un traidor, un matemático...

Pues no. Es el nombre de una planta. Yo no lo sabía, pero me lo dijo mi botánico particular, cuando vimos las laderas del monte llenas de una especie de vainas resplandecientes al sol del mediodía, que de lejos recordaban a los juncos floridos.



La flor es muy sofisticada, como se ve en la foto que hice con mi compacta. En la otra foto puede verse el porte y cómo crecen por doquier entre los alcornoques, las encinas, los acebuches...

Los acebuches... Ése fue el otro descubrimiento. Yo creía que eran olivos un poquillo montaraces y asilvestrados, pero no, resulta que son árboles diferentes, aunque de la misma familia que el olivo.

Monfragüe: Arriba, los restos del castillo. Abajo, el Tajo. En el medio,el monte vivo, lleno de árboles y de flores. Sobrevolando todo, los buitres leonados y las cigüeñas. Alrededor, el sonido de los pájaros que anidan en los árboles y la maleza.

Esta vez hicimos la "ruta roja". Sale del Puente del Francés, asciende por la ladera norte -la que mira a Castilla-, llega hasta la cumbre, desciende por el sur - las sierras azules de Cáceres al fondo- hasta el el Salto del Gitano, y continúa por una zona muy llana, paralela al Tajo, llena de derrubios espectaculares, para regresar al Puente del Francés. Una ronda de varios kilómetros, subidas y bajadas, que creo que es estupenda para la firmeza de los músculos largos que tenemos de cintura para abajo, sobre todo la de aquellos situados en ese lugar donde la espalda pierde su dulce nombre...


Hace dos o tres semanas estuvimos también por allí, en el inolvidable "Huerto del Almez", un lugar con un árbol singular de muchísimo porte y envergadura. Ya atardecía entonces y el huerto estaba sorprendentemente vacío. "Dos fuentes manaban, madre, en el Huerto del Alméz, cabe el árbol que allí estaba, cabe el árbol que yo alcé...". Me vino a la mente esta especie de jarcha -o lo que sea- que me parece que es una improvisación-elucubración propia, algo más polisémica de lo que me gustaría, surgida por la magia del instante... :P

Volveremos antes de que termine mayo, para hacer la "ruta amarilla", que iniciamos pero que no tuvimos tiempo de completar. Antes de que llegue el calor. Total, no hay que preparar demasiado: bocadillos para dos, agua, fruta, sombreros y los bastones para facilitar la marcha.



(P.D.

Esta entrada es de hace dos o tres semanas: Se me olvidó publicarla. Me queda pendiente contar otra escapada, la del Puente de Mayo. Más larga, más concurrida, pero también también muy íntima).

Fotos: Luc, Tupp and Cool

jueves, 9 de abril de 2009

Stabat Mater

El Stabat Mater es un tema que yo no puedo cantar sin que se me pongan los vellos de punta. La letra es un himmo medieval, sobre el que muchos compositores han escrito obras bellísimas. A mí la que más me emociona es la de Kodaly.


Stabat Mater dolorosa/ Iuxta crucem lacrimosa,/Dum pendebat filius./ Cuius animam gementem / Contristantem et dolentem /Pertransivit gladius…


Al oír la letra, aunque esté en latín, ya te haces una idea de por dónde van los tiros. En internet hay muchas traducciones al castellano. Pero yo quise traducir por mí misma la primera estrofa, con ayuda de un diccionario. “Estaba la madre dolorosa, lacrimosa junto a la cruz de la que pendía su hijo. Cuya alma gimiente, triste y doliente, fue atravesada por la espada…”
Cuando comprendí la letra, me encontré yo misma con los ojos anegados en lágrimas.

Lloré todo lo que no había llorado de chica, cuando en el colegio nos ponían audiovisuales bastante morbosos para incitar la pena y la piedad por el sufrimiento de Jesús en la Pasión. Una vez, nos pusieron a todo volumen un “Sermón de las Siete palabras” bastante sádico. Muchas niñas lloraban, asustadas por los llantos y los gemidos, el ruido de los martillazos al clavar las manos y los pies en el madero, y la voz fantasmagórica del crucificado. Otras, fingían hacerlo, humedeciéndose los ojos y las mejillas con saliva, para simular un rastro de lágrimas, y contrayendo el rostro como si estuviera convulsionado por sollozos. La única niña que permanecía impasible era yo, los ojos secos y el gesto cada vez más adusto, enfadada porque se esperara de mí un dolor de corazón que de ninguna manera sentía.

Los años no me han hecho más piadosa, sino todo lo contrario. Ni más “llorosa”. En ese aspecto, por decirlo con cierta distancia, me muevo en terreno de secano, que roza lo desértico.

¿A qué vinieron esas lágrimas, de fluir manso aunque incontenible? ¿Por qué esa pena? Quizá porque la música y la letra expresaban muy bien la profunda desolación que debió sentir esa mujer de hace dos mil años, al ver el cuerpo exánime de su hijo, que hasta entonces estaba lleno de vida y de juventud. Un cuerpo que había sido roto de forma violenta, matado, destruido. Lloré por ella y por tantas y tantas mujeres que se han visto en una situación similar. Lloré también por mí, para conjurar el dolor y la angustia de verme alguna vez así.

La Dolorosa que a mi tanto me impacta no es una estatua vestida de negro riguroso, tallada por Salcillo, Juan de Juny, Gregorio Fernández o cualquiera de los excelentes escultores que ha dado la imaginería religiosa española. Es una mujer real, que grita desgarrada en el funeral de sus hijos. La imagen ganó el Premio World Press hace unos años.

lunes, 16 de marzo de 2009

Balcones






Dicen que tienes veneno en la piel
y es que estás hecha de plástico fino,
dicen que tienes un tacto divino
y quien te toca se queda con él
.

jueves, 12 de marzo de 2009

Closed Zone

Os dejo un corto de animación realizado por un director de cine israelí, Yoni Goodman, para la organización israelí Gishá (Acceso), que defiende la libertad de movimientos en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza.

domingo, 8 de marzo de 2009

martes, 3 de marzo de 2009

Sosegaos, almas descarriadas




Al ver las crueles llamas del infierno abrasando eternamente los cuerpos de los condenados, pensé en vosotros, blogueros concupiscentes, en cuyos blogs más de una vez detecto que la lujuria campea por sus respetos.

No desesperéis. Siempre hay algún remedio para curar el deseo desmedido, la fibre libidinos que arde en los cuerpos de los más fogosos.



Confieso que no conozco a todas las santas advocaciones que figuran en la imagen. Distingo a la Virgen de Fátima, a la del Carmen, veo a un cristo crucificado, otro en la columna, a un pequeño cristo de Praga (la turra que me dio a mi encontrar esa iglesia, cuando estuve en Praga, era un capricho del Cautivo, que queria ir precisamente a esa iglesia por una historia alucinante relacionada con una de sus maestras, que les hacía saludar a la imagen diciendo "Divino niño jesús de praga, muy buenas tardes tenga usted"). El sacerdote con manteo creo que se llama "Padre Cruz". Se ven también San Josés, San Pablos, San Antonios, la Madre Teresa de Calcuta (muy favorecida, por cierto) y Santas y Santos que me son vagamente conocidos pero como estoy bastante cero patatero en el tema "Vidas de Santos", desconozco bastante las hagiografías de cada cual. Pero digo yo que, conocidas o no, la santidad la tendrán igual.

Seguro que un buen manojito de advocaciones y jaculatorias, en proporciones justas (tantos miligramos de santísima virgen de fátima, tantos de la beata lucía, tantos de san pablo, tanto del Niño Jesús de Praga... surte efecto, Y eso cura. Tiene que curar.

Enpecemos por lo mas sencillo: Santa fulanita, ruega por nosotros; santa zutanita, ruega por nosotros; y así, según el tratamiento que hayamos escogido.

¡Seguro que funciona!

¡Arrepentíos!

domingo, 1 de marzo de 2009

Almendros




Esto fue ayer, sábado. Estaban anunciadas lluvias, pero no cayó ni una gota. Lo importante es que pudimos hacer los diez o doce kilómetros que van de un pueblo a otro, entre entre vides, olivos y almendros florecidos. Después de comer, aún hicimos otros cuatro o cinco kilómetros más, brujuleando por una estación abandonada, un muelle fluvial y un mercadillo muy concurrido, en el que vendían de todo lo habido y por haber.

Lo mejor de todo: la compañía. Además, la caminata ha sido el colofón perfecto de una semana bien completita.

Una de estas tardes estuve en una reunión lúdico-infantil, convocada por una mujer muy estudiosa, que prepara una tesis doctoral sobre el tema. Yo iba en mi condición de "niña" :P. Se trataba de cantar canciones de infancia, bailarlas y jugarlas como hacíamos cuando éramos pequeñas. Éramos diez o doce, de diferentes edades y procedencia geográfica. La musicóloga no sólo buscaba recopilar temas, sino detectar variaciones de espacio-tiempo. Me sentí realizada cuando sacó una partitura con mi nombre, en la que había transcrito la versión de “Soy la reina de los mares” que le canté hace varios meses. Por lo que entendí, es algo diferente a la que se canta por otros sitios y la va a poner como archivo sonoro. Me hizo una entrevista para ampliar el tema. ¡Mi voz en una tesis doctoral! Como la Callas, ni más ni menos. ¡Cómo prospero!

De todas formas, lo mejor fue cantar y bailar con mis amigüitas lo de la-chata-berengüela y teresa-la-marquesa. Me pasearon al son de la-sillita-de-la-reina-que-nunca-se-peina, porque soy una de las cantantes más “ligeras” (toma ya, doble juego de palabras). Todo eso fue antes de las cañas. ;)

Otro ratillo muy agradable de la semana, la merienda-cena de seis amigos y amigas, para preparar una “kedada”. Esperamos reunirnos entre veinte y treinta "incombustibles"… No es un asunto de esos de “fin de carrera” (aconsejable huír), aunque estamos ideando una orla que, sólo con hablar de ella, ya nos partimos de la risa. El anfitrión nos preparó migas cacereñas. ¡Exquisitas! Hacía mucho tiempo que no las comía. La última vez fue en casa de otro amigo, que vino su madre a pasar con él una temporada y aprovechamos para que nos hiciera migas. Ésas también estaban muy ricas, pero eran al estilo de la Vera, algo diferentes a las de Cáceres-Cáceres (el mismo Cáceres, como se dice habitualmente).

Por supuesto, fiel a mi cita semanal, también estuve con los de Música. Cantamos un tema en euskera y otro en gallego, para mandar buenas vibraciones a los que hoy celebran elecciones autonómicas. ¡A ver si sirve para algo! Luego atacamos otros temas más complicados y el director se enfadó un poco, porque dice que armamos mucho y no estudiamos nada. Después, para reponer fuerzas, fuimos a picar algo a un mesón cercano, en el que nos dejan desfogarnos a voz en grito. Lo peor fue poner el despertador para el día siguiente.

Aparte, fui a una comida de trabajo, con otros ocho, para despedir a un compañero que se jubila. Todos fingimos pasarlo estupendamente, lo cual no era cierto, y alabamos la exquisitez de mariscos, carnes, pescados, el punto del vino, la textura de los postres, que sí era cierto. Tras el café de sobremesa -dejé intacto el chupito de güisqui que me sirvieron- me excusé de acompañarles a “seguir la fiesta”. No siempre me agrada mezclar placer y trabajo.

Así que, después de tanto picar, comer y beber, había que hacer un poquillo de ejercicio y la excursión de ayer, a ver los almendros en flor, fue perfecta. Para hoy, esperan que la zona se llene de gente que acuden a la cita anual. Pero ayer, el campo estaba casi vacío. Una gozada.

Hoy toca descansar. Sentir las agujetas. Leer los periódicos y los colorines. Ver alguna peli. Mentalizarse: Mañana, a las ocho, el curro empieza. Tengan cuidado ahí fuera.

jueves, 26 de febrero de 2009

Plaza




Sol, solecito,
caliéntame un poquito,
para hoy y para mañana,
para toda la semana.

sábado, 21 de febrero de 2009

Ta-ta-ta-chán: Más difícil todavía

El Kun Agüero hace abuelo a Maradona

Señores, señoras: Nada por aquí, nada por allá. El Kum Agüero ha hecho abuelo a Maradona.

Lo nunca visto. Un futbolista hace abuelo a otro, que no es su padre. Un prodigio comparable al Misterio de la Encarnación. ¿Adoptó el Espiritu Santo la forma de Giannina, hija de Maradona? Pasen y vean. Hoy tenemos mucho público en la sala. No se pierda el espectáculo. Entrada, cinco euros. Viudas y jubilados, tres euros. Niños menores de seis años, gratis.

lunes, 16 de febrero de 2009

Quercus




A veces el invierno se desenfurruña y nos da uno de estos días claros y limpios. La tierra como que se desespereza después de las heladas, las ventiscas, la lluvia inacabable. Se prepara para la primavera cercana.

Robles majestuosos. Para apreciar su porte, fijáos en las figuritas humanas de la derecha.

miércoles, 11 de febrero de 2009

¡Que me parta un rayo!

Una tarde de verano de hace mucho tiempo, yo aún fumaba, cayó un enorme chaparrón cuando iba en busca de tabaco. El agua arreciaba tan fuerte que en pocos segundos caló la camisilla de tirantes que llevaba y me dejó el cabello como recién salido de la ducha. Pronto empezaron a oírse los truenos, cada vez más cercanos. Los transeúntes corríamos, buscando algún lugar donde resguardarnos de la intensa lluvia. Yo lo hice en el portalón de una iglesia. Poco después llegó otra chica.


De pronto, oí un bramido inmenso, que casi me hace estallar los tímpanos. Frente a mis ojos, algo muy pesado se precipitó sobre un coche que estaba aparcado junto a la acera, doblándolo por la mitad, y otro ruido menos cavernoso pero igualmente potente se sumó al anterior.

No tuve tiempo de hacer muchas cábalas, porque una corriente eléctrica muy intensa me entró por el omoplato derecho y me recorrió de arriba a abajo, haciéndome perder la consciencia de todo lo que sucedía, excepto del paso violento de esa energía enervante y abrumadora por el interior de mi cuerpo. Pasó por el pecho, el abdomen, los muslos y las piernas, y salió por mi tobillo izquierdo, dejándome shockada y estupefacta, sin saber dónde estaba ni quién era.

Yo miraba mis pies, alucinada, convencida de que eso sería lo último que vería de mí misma, antes de desmoronarme en polvo ceniciento. Tuve la completa seguridad de que mi cuerpo había ardido por completo, en combustión súbita, y de que lo único de mí que seguía funcionando eran los ojos y el cerebro. No tenía pánico, sino más bien una inmensa sorpresa por que mi desaparición viniera así, estando yo tan viva.

No me desmoroné, claro. Permanecía en pie, agarrotada, con los nervios y los vellos de punta. Miré a la chica que estaba junto a mí. En pleno shock, había sido consciente de que intercambiamos electricidad a través de un brazo. Me miraba con ojos espantados y creo que gritaba presa del terror. Supongo que yo también lo hacía. Inspeccioné mi tobillo izquierdo, convencida de que estaría negro y chamuscado. Estaba normal.

Fui consciente de los gritos de la gente que cruzaba desde la acera de enfrente. Nos explicaban que un rayo había caído en el pararrayos de la torre, que parte se había desparramado por los tejados, que se desprendió uno de los sillares y cayó sobre la calzada, que aplastó a un automóvil...


Posiblemente, lo que me cayó encima fuera algún ramalazo que se separó del rayo principal y llegó casi desactivado, tras chocar con la enorme mole en la que nos encontrábamos. O igual se trataba de electricidad estática que descargó en los refuerzos metálicos de las puertas, y de ahí pasó a nuestros cuerpos mojados. No lo sé, exactamente.



En fin, estuve más de una semana con todos los vellos de punta (cierto y cabal, como os lo cuento: incluso la pelusilla más imperceptible) y dolores musculares. Mi amigo de entonces, que estudiaba medicina, me dijo que es que todas las células se me habían polarizado, y era por eso. Vaya usted a saber.

¿Y a qué viene esto ahora?, ¿Por qué lo cuento? Pues porque ayer estuve fotografiando esa zona, para probar mi nueva máquina compacta. Cuando estaba enfocando los tachones metálicos de la puerta, tuve un flash proustiano: Me vino a la memoria aquel día en que me cayó el rayo y estuve a punto de convertirme en cenizas. La semana en que tenía los vellos de punta, que casi me dolía la piel cuando me acariciaban a contrapelo. Las agujetas "in extensis", que no había parte del cuerpo que no me doliese, sobre todo las de los músculos más largos. El susto de los amigos, cuando les conté el percance. Los cuidados tan tiernos de mi amigo, el pre-médico...

Pero ni por esas dulzuras viviría yo la historia del rayo otra vez.

martes, 3 de febrero de 2009

What a wonderfull world




He estado media tarde estudiando la partitura... Más bien, la fotocopia no demasiado nítida de la partitura.

What a wonderful world... Hay varias versiones, que he repasado para captar bien el fraseo en inglés. Para la música, no, porque cuando se canta en grupo la línea melódica de cada una de las voces suele ser algo diferente de la que estamos acostumbrados a escuchar. Es como si a uno le tocara hacer de saxofón, al otro de violín, al otro de contrabajo... y a ninguno le tocara hacer de cantante.

La versión más clásica es la de Louis Armstrong. El number one, porque la canción se escribió especialmente para él. Suena genial.


Hay buenísimas versiones de muchísimos cantantes, pero hoy me he quedado con el dueto Eva Cassidy - Katie Melua. Eva Cassidy hizo una versión muy especial. Era una mujer de voz, oído y sensibilidad portentosa, que murió muy prematuramente. Con su versión, Katie Melúa ha montado el dueto.


Mundo maravilloso

Veo árboles verdes, rosas rojas también.
Las veo florecer para ti y para mí
Y pienso, que mundo tan maravilloso...


No siempre es verdad lo de ese maravilloso mundo, aunque los árboles, las rosas, el cielo, el arcoiris, la gente y los amigos existan. Hay demasiada destrucción, demasiado dolor, demasiados problemas a nuestro alrededor como para decir eso.

Pero también es cierto que, de pronto, el mundo nos ofrece la cara más bella y amable. Y cantaríamos el what a wonderful world a pleno pulmón, sintiéndonos felices al hacerlo.

En todo caso, yo me he pasado la tarde cantándola. Y al ver el amplio cielo tras los cristales, los árboles, las madreselvas con gotas de lluvia formándoles diademas en las crestas, el fuego crepitante y acogedor, la suave pereza de salir de casa aunque sea para ir a... no se sabe a qué, la he cantado con convicción, como grito de guerra casi: Waht a wonderful a world.

Me ha venido genial, después de la mañana de curro-del malo que he tenido. El curro es como el colesterol, que dicen que hay del bueno y hay del malo. El mío de hoy ha sido del malo. El de mañana, me pega que también: una reunión a las ocho en punto, ya es empezar con muy mal pie.


VEO EL CIELO AZUL
Y NUBES BLANCAS
EL BENDITO BRILLO DEL DÍA,
LA SAGRADA OSCURIDAD DE LA NOCHE

Y ME DIGO A MI MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO

LOS COLORES DEL ARCOIRIS
TAN BONITOS EN EL CIELO
ESTÁN TAMBIÉN EN LAS CARAS
DE LA GENTE QUE PASA
VEO AMIGOS DÁNDOSE LA MANO
DICIENDO "QUÉ TAL ESTÁS"
EN REALIDAD ESTÁN DICIENDO
"TE QUIERO"

OIGO A LOS BEBÉS LLORANDO,
LOS VEO CRECER
ELLOS APRENDERÁN MUCHO MÁS
DE LO QUE YO NUNCA SABRÉ

Y ME DIGO A MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO
SÍ, Y ME DIGO A MÍ MISMO
QUÉ MUNDO TAN MARAVILLOSO

AND I THINK TO MYSELF
WHAT A WONDERFUL WORLD
YES I THINK TO MYSELF
WHAT A WONDERFUL WORLD
.

Good night

domingo, 1 de febrero de 2009

Quiénes somos, de dónde venimos

Animación en 3D creada por cuatro estudiantes de ESMA Film School, Montpellier, Francia. Ocho minutos y medio. Me hizo gracia el guión y la leve vuelta de tuerca del desenlace...



Ex-E.T. - video powered by Metacafe

martes, 27 de enero de 2009

Valse Espagnole

Traigo aquí este “Valse espagnole” porque me gustó mucho cuando lo oí en el concierto de año nuevo, del Barenboim. Igual fue porque me parece que no lo conocía. O porque disfruté de esa primera mañana del año recién nacido, una mañana tranquila e íntima, a pesar de que para el medio día teníamos invitados. O porque el sonido tan suave de castañuelas, el pizzicato, la sensualidad de las cuerdas, iban muy bien a mis sensaciones de ese día. O porque se llama “espagnole” y me alegró que, aunque fuera en francés, se nos evocara de una forma tan bonita… O porque pude ver el concierto entero, después de tantas veces de escucharlo a trozos mientras viajaba, o de medio entreverlo entre las conversaciones de desayunos familiares bastante concurridos.
El caso es que, cuando fui a otra cosa a la tienda donde suelo comprar música, no pude resistir la tentación de preguntar si ya tenían el concierto. Lo tenían y lo compré, claro.
Pues nada, como dicen que todos los santos tienen octava, dado que los Santos Reyes Magos son tres, podemos decir que tienen tri-octavas. O sea, que estamos en plazo para que yo aún pueda haceros un regalo de reyes:
“Valse espagnole”, de Joseph Hellmesberger II, interpretado por la Filarmónica de Viena dirigida por el grandísimo Daniel Barenboim…



lunes, 19 de enero de 2009

Musica en las calles

Una canción conjunta desde las calles de California, Louisiana, Holanda, Nuevo Méjico, Francia, Brasil, Rusia, Venezuela, Congo, Sudáfrica, España, Italia,




Stand by me


When the night has come
and the land is dark
and the moon is the only light we see
no I won´t be afraid
no I won´t be afraid
just as long as you stand, stand by me

And darling, darling stand by me
oh, now, now, stand by me
stand by me, stand by me

If the sky that we look upon
should tumble and fall
and the mountain should crumble to the sea
I won´t cry, I won´t cry
no I won´t shed a tear
just as long as you stand, stand by me

And darling, darling stand by me
oh, stand by me
stand by me, stand by me, stand by me

Whenever you´re in trouble won´t you stand by me
oh, now, now, stand by me
oh, stand by me, stand by me, stand by me

domingo, 18 de enero de 2009

Castigada



Me han castigado en la biblioteca pública a estar casi dos meses sin poder sacar libros. Una trayectoria sin tacha y me veo así, proscrita.

Mi falta es haber devuelto con retraso tres libros bastante gordos. No sé si, en caso de ser delgados, la sanción sería menor. Como los devolví espontáneamente, antes de que me conminaran para hacerlo, me han aplicado algún atenuante. Pero no han considerado el hecho cierto de que los textos eran un truñazo y que, además, estaban profusamente subrayados, con lo que se hizo muy difícil la lectura. Tampoco han querido saber nada sobre que tuviera que leerlos por obligación, con lo que es plausible que mi voluntad no estuviera perfectamente conformada. Vi tan inabordable al bibliotecario que ni siquiera alegué lo de la amnesia temporal, o lo de que no me fijé en que no los había devuelto porque quedaron semiocultos bajo otros libros que me regalaron en Navidad...


El viernes pasé por delante del edificio que alberga la biblioteca y crucé el antiguo atrio de arcos renacentistas, al que se abren ventanas por las que asoman cientos de libros. Me sentí como delante de un escaparate en el que se expusieran mercancías inalcanzables.

Dura lex, sed lex.

domingo, 11 de enero de 2009

Rebajas

Estaba yo con el cautivo en una tienda elegantilla del centro, por ver si le compraba algún harapo decente para llevarle a un próximo evento al que hay que asistir con los esclavos, cuando me encontré, de cuerpo presente, con el emperador-dor-dor, que estaba comprándose una túnica nueva.

Fue casi como una aparición espectral, fantasmagórica, que me dejó en suspenso, casi en la estupefacción, durante unas milésimas de segundo.

Buscando una determinada prenda, llegue hasta el último rincón del local, por lo que a mi izquierda sólo había una pared y al frente los expositores repletos de mercancías.

De pronto, tal como debió de aparecérseles la virgen de Fátima a los pastorcitos, así se me apareció a mí, entre camisas y jerseys, el emperador.

Le vi como en plano americano. Estaba rígido, embutido en un traje oscuro, mirando al frente con una expresión extraña, escrutadora y a la vez perdida en el vacío. Una luz cenital le iluminaba el rostro y acentuaba las sombras bajo los huesos del craneo. Salvo por lo bajito, era la viva imagen de Boris Karloff en el instante previo a que Frankenstein le infundiera vida.

Me quedé clavada, con una camisa en la mano, sin comprender muy bien qué es lo que pasaba, y por qué aparecía de improviso esa visión donde sólo debía haber estanterías.

Mi adiestrado cerebro de lógica implacable, casi silícica, halló pronto la explicación. Acababa de ver la imagen de un espejo, no al emperador en sí. De acuerdo, ahora sólo me faltaba saber cómo había aparecido el espejo.

Observé que la pared de la izquierda no llegaba hasta el final, sino que había un hueco de ocho o diez centímetros que comunicaba con el fondo de un probador situado al otro lado del tabique. Allí, justamente, debía de haber un espejo que no debería ser contemplado por nadie, excepto por el que se reflejaba, pero que, por un azar imprevisto, yo había llegado a vislumbrar. En efecto, fue el hecho de que yo tuviera que acercarme mucho y ponerme de puntillas para alcanzar una de las prendas lo que permitió que la imagen de lo que sucedía en ese sancta-sanctorum entrara en mi campo de visión.

Resuelto el misterio. El emperador se estaba probando un traje y yo le había sorprendido cuando se contemplaba escrutadoramente en el espejo.

Ahora la cuestión era si él me había visto a mí. Y ahí no pondría la mano en el fuego. Cuando más conmocionada estaba por la aparición, me pareció detectar que el espectro miraba de reojo hacia donde yo estaba. Y comprendí que, si yo había podido ver la imagen del emperador, el emperador también podría haber visto mi imagen, ya que la reflexión óptica es lo que tiene, que existe simetría.

Comprendí más: Si yo me había quedado de piedra cuando le vi aparecer entre las estanterías, ¡cómo se habría quedado él, cuando yo se le aparecí mientras que se dedicaba a la propia contemplación en un espacio tan íntimo!

Aunque bastante divertida por la situación, también me sentía algo cortada, consciente de haber invadido su privacidad, aunque fuera involuntariamente. Si es que, cuando una se deja gobernar por la ética pofesional, pasan estas cosas.

Así que opté por abandonar el local antes de que el emperador saliera del probador, ya que en ese momento no me apetecía nada un encuentro.

Quedaba la cuestión de si los harapos elegidos servían o no servían para el cautivo, pero ya se los probaría tranquilamente en su mazmorra -que el cautivo es muy suyo para esas cosas- y, si no le convenían, siempre cabía el recurso de la devolución.

Me dirigí a la caja y mientras esperaba a que nos atendiera la cajera, le expliqué al cautivo el motivo de nuestra salida apresurada, además de comentar algunas otras cosillas sobre la forma y color de los harapos y su posible utilidad.

Estaba ya preparando la tarjeta, cuando oí un alegre “feliz año nuevo” y sentí una palmadita en las espaldas. Me volví, con un respingo. El emperador, sonriente, se acercó para darme dos besos. “Aquí el cautivo, aquí el emperador”, dijo yo, educadamente. “José Miguel”, corrigió el emperador con simpatía. Y dirigiéndose a una mujer que llevaba un buen rato haciendo cola junto a nosotros, nos la presentó como su esposa.

Y ahí es donde yo noto que me falta malicia, la verdad. Durante la espera, había visto fugazmente a la señora, pero no presté atención a dos detalles importantes: El primero, que la señora me había mirado con bastante curiosidad y hasta como si me conociera y esperara algún gesto por mi parte. El segundo, que la señora llevaba en las manos un traje azul a rayas, clavadito a los que el emperador suele llevar corrientemente y al que yo había visto en el espejo, dato que no había pasado desapercibido a mi incosciente pero al que no presté mucha atención.

Resumiendo: Que la señora me conocía a mí y creía que yo la conocía a ella. Más aún, que la señora debía de haber escuchado todo lo que yo le decía al cautivo sobre cómo había sorprendido a su marido probándose un traje. Item más, que si el emperador no me vio por el espejo, ya se encargaría de contarle su mujer que yo sí le había visto a él.

Si es que, cuando se conjuga un verbo, hay que conjugarlo en todas las personas del tiempo verbal: Yo te sorprendo, tú me sorprendes, él nos sorprende, nosotros os sorprendemos, vosotros nos sorprendéis, ellos nos sorprenden.

No se qué hacer, si repasar la gramática o leerme ese libro de Goleman que todo el mundo recomienda sobre la inteligencia emocional.

miércoles, 7 de enero de 2009

Gaza





Música: The Armed Man - A mass for peace. Karl Jenkins.

domingo, 4 de enero de 2009

Electrus domésticus.

Uffff. He pasado toda la mañana pasando aspiradores. Primero empecé con uno pequeñito que no tiene cables. Pero luego me lancé con otro más grande y pasé a mayores.

Me viene fatal para la mucosa nasal, que conste, que se me queda como si la hubiera frotado con papel de lija. La única ventaja es que, mientras lo hago, dejo volar la imaginación.

Hoy, no. Hoy me puse en plan reflexivo, no sé por qué. Miraba mi aspirador y se me agolpaban los recuerdos… Me invadió la nostalgia. Este aspirador lo compramos para sustituir a otro que era de la misma marca y del que le valían todos los accesorios: toberas de distinta forma y tamaño, cepillos, prolongadores, tubo flexibles, bateador para alfombras, lustrador de suelo con cepillos intercambiables, y, lo mejor, un plumero retráctil cuya cabeza crece o decrece, sale o se repliega, en un movimiento un tanto peculiar.

El aspirador antiguo era de segunda mano y nos lo había dado una tía-abuela. Creo que alguien le dijo que en nuestra casa había mucho polvo y decidió regalárnoslo. Una cosa tan inocente, no veáis que terremotos familiares provocó.

Para empezar, una cuñada, a la que llamamos “la single”, se puso de uñas. Dijo que, si no le habían dado el aspirador a ella, es porque la familia tiene prejuicios contra los polvos de los singles (y lo dijo así, en plural, la muy grosera). Tanto se enfadó que hasta se negó a felicitar las Navidades a la tía-abuela, lo que provocó el segundo terremoto. El tercer terremoto fue cuando la single se dio cuenta de que, en lugar de decir “Jingle bells, jingle bells”, decíamos “single bells, single bells” al cantar el villacinco. Single bells, single bells, single all the way…

En los meses siguientes a la llegada del aspirador, los suelos de mi casa brillaban, las alfombras parecían recién salidas de una limpieza en seco, los libros no tenían ni mota de polvo… No había polvo por ningún sitio, la verdad, tan frenéticamente nos dedicamos a limpiar

¡Y qué orgullo, cuando vimos que ese modelo de aspirador había salido en una película, creo que en la de Misión Imposible! ¡Ahí es nada, ser los felices poseedores de un aspirador que compartía escena con el Tom Cruisse!

Pero, poco a poco, la cosa se fue enfriando. Todo aburre. Ya no le prodigábamos la atención de antaño. Un día la pofesional de limpieza que trabajaba entonces en mi casa me llamó al curro y me dio la noticia: El aspirador había hecho plof y echaba un humo negro que ni p'a qué. El pobre estaba kaput. En atención a los servicios prestados, lo llevé al Punto Limpio, para darle una segunda oportunidad y que se reconviertiera en botella, en balón, en anoraks… Yo reciclo.

El mundo siguió girando. El tiempo pasó. Nos compramos otro aspirador en el Mediamark. Eso sí, los accesorios del primero seguían por allí, en uno de los armarios del garaje. Cada vez que veía el plumero retráctil, me entraba un no sé qué. Incluso lo acoplé con cinta de embalar al tubo del nuevo aspirador y funcionó. Pero aquello ya no era lo mismo.

Hasta que el verano pasado una representante, llamada Mati, me llamó para ofrecerme un modelo super nuevo, que podríamos adquirir con mucho descuento por ser clientes registrados. Además, y eso era lo bueno, nos servirían los accesorios del anterior, que valían un pastón.

La tal Mati me caía simpática ya desde los tiempos en que me suministraba bolsas para el aspirador antiguo. Me dejé llevar por la alegría desbordante que la embarga cuando me ve, porque yo le caigo muy bien y además ambas tenemos raíces extremeñas. Le compré el aparatejo, aunque la cosa subía de los 600 euros, con descuentos y todo. Para ser sincera, no sé qué influyó más en mi decisión, si mi afecto por Mati o el plumero retráctil. Del garaje en el ángulo oscuro, de sus dueños tal vez olvidado, silencioso y cubierto de polvo, hallábase el plumero. Me dio pena, sí.

Y todo eso es lo que hoy recordaba, mientras hacía la limpieza.¡Qué limpieza! No veáis cómo ha bateado mi aspiraror una alfombra que tengo en la zona de los sofases, y lo bien que ha sacado las pelusillas de los rincones la tobera triangular. ¡Vaya máquina!

Eso, sí, el plumero retráctil lo estoy usando menos. No sé por qué será, pero ya no es como antes. La última vez que limpié a fondo las librerías, preferí contratar a unos pofesionales, que estuvieron mañana y tarde dándole que te pego. Fue más frío, me dieron un sablazo que ni la Mati, pero una va perdiendo sensibilidad a golpe de desengaño.

En cuanto a Mati, la última vez que la vi fue unos días antes de Navidad.

Yo tenía una reunión a las doce, y pensaba prepararla en las horas previas. Pero, por esas felices casualidades que a veces suceden, surgió un imprevisto que me ocupó hasta las doce menos veinte. Renuncié al consabido café, salí a dar una vuelta y a ordenar un poco las ideas mientras caminaba, cuando héte aquí que me encontré a mi buena Mati.

Se puso muy contenta, como siempre que me ve. Estaba feliz, exultante, porque había conseguido un trabajo de asistenta social de personas dependientes. Y tenía que contármelo a mí. Además, se trata de una actividad solidaria a la par que lucrativa, porque, como ella dice, hay que ser hermano, pero no primo.

Con su habitual gracejo, utilizó los 1.200 segundos que estuvimos juntas para contarme con pelos y señales los problemas de su trabajo, y cómo supera con éxito pruebas dificilísimas. ¡Qué dedicación la suya! Se desvive por todos. No hay más que ver cómo se portó conmigo, que no me dejó ni abrir la boca.

Caminó rápidamente junto a mí, sin importarle el ritmo cada vez más acelerado que yo llevaba. Como ella misma dice, su naturaleza es tan fuerte que no se cansa ni pierde el resuello por nada. Me acompañó hasta el mismísimo portal en el que me había encontrado veinte minutos antes. Y allí la dejé, sonriente, aún con la palabra en los labios, cuando me despedí para llegar a mi reunión puntualmente, ni un minuto antes, ni un minuto después.

La primera media hora del cónclave me mantuve como flotando en un limbo difuso, ajena a las preocupaciones y exigencias del mundanal ruido, tanta paz me había infundido la apasionante charla de Mati. Hay que ver, ésta Mati. Lo que ella no consiga… La segunda media hora fue peor, se ve que ya se me había pasado el efecto embriagador, y estuve todo el rato buscando indicios de lo que se había tratado en la primera media hora. La lástima fue que, en mi afán de reconstruir lo hablado con anterioridad, tampoco me enteré de lo que se estaba tratando entonces. Pero eso es culpa mía y de mi C.I., que no es demasiado elevado y no me da para hacer dos cosas al mismo tiempo. ¡Qué le vamos a hacer!

En fin, que, como os decía, tengo el salon limpísimo. Serán estas Fiestas, pero mientras limpiaba mi casita, tralaralarita, he sentido añoranza de aquella pofesional de la que hablaba al principio, la que sufrió en sus carnes el duro momento en que se quemó el aspirador antiguo. Luego han venido otras y otros, pero no sé si es porque aquello nos unió mucho o por qué. Sea por lo que sea, como ella, ninguna. Y he decidido llamarla, a ver si está dispuesta a volver a dedicarnos algunas horitas semanales. Siempre le fascinó el plumero retráctil, ora desplegado, ora contraído. A lo mejor, eso la decide.